El CEDOBI. Años 2004 y 2005 (16)

El 5 de febrero de 2004, organizada por el CEDOBI, se inaugura una muestra fotografía sobre los voluntarios internacionales en el Museo Municipal de Albacete, que puede verse desde ese día hasta el 29 del mismo mes. Se trata de la exposición, ya citada, Las Brigadas Internacionales. Imágenes recuperadas, organizada por Lunwerg, que es comisariada por el periodista Michel Lefebvre y el historiador Remi Skoutelski.

En paralelo, el CEDOBI organiza, junto a la Filmoteca, un ciclo de cine, titulado La guerra civil y las Brigadas Internacionales, con estos filmes: Tierra y Libertad, de Ken Loach (día 17); Ay, Carmela, de Carlos Saura (día 19) y el documentad ¿Porqué perdimos la guerra?, de Luis Galindo y Diego Santillán, basado en la obra del mismo título del anarquista Diego Abad de Santillán (día 20). Además, antes de cada sesión se proyecta el cortometraje La mirada oblicua, de Jesús Monllaó, en el que se narran las vivencias de una familia perseguida durante la guerra civil. Y el día 27  Michel Lefebvre, tras la presentación de Rosa Sepúlveda, ofrece una conferencia.

La reacción de algunos autores habituales de La Tribuna de Albacete vuelve a producirse. Dimas Cuevas, por ejemplo, en un artículo titulado “El revisionismo histórico de nunca acabar”, publicado el 27 de marzo, sigue con el tema del monumento a los brigadistas en el Campus y se refiere a lo que denomina goma de borrar selectiva en estos términos: “…y levanta monumentos a las Brigadas Criminales (perdón, a las Brigadas Internacionales)”. 

Llega, por fin, la apertura de una sede amplia del CEDOBI. El 27 de abril de 2005 se abren sus nuevas instalaciones en la planta baja del Edificio Benjamín Palencia, ubicado en el Campus universitario. Hay tres espacios diferenciados: zona de gestión del Centro, sala amplia de investigadores y depósito documental. En el acto se inaugura también una muestra fotográfica y se presenta el libro Aventurero idealista, del brigadista George Sossenko (Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2004), con prólogo de Gabriel Jackson, número 3 de la colección La Luz de la Memoria.  

En junio de 2005 el CEDOBI reparte una nota de prensa, con motivo del fallecimiento en Tel Aviv del brigadista Salman J. Salzman, que merece la pena recordar. Desde el Centro se unen a las manifestaciones de duelo, afecto y homenaje y se envían a su hija y nietos sentidas condolencias.

Salzman visita el Centro en varias ocasiones durante la década de los años noventa. Le gusta venir a España y a Albacete, unas veces solo y otras acompañado de familiares, a quienes enseña los lugares visitados durante su participación en la Guerra Civil. Su última estancia se produce en noviembre de 1998, visita el Centro y realiza una grabación para el Archivo de la palabra, del Instituto de Estudios Albacetenses.

Salzman nace en 1915 en Krasilov (Ucrania). Llega a España con 22 años, en 1937, como voluntario para luchar contra el fascismo. No habla castellano, no conoce nada de nuestro país y en la provincia encuentra localidades atrasadas y marcadas por la pobreza. Por su conocimiento de inglés es encuadrado en el Batallón Mackenzie-Papineau, compuesto mayoritariamente por canadienses y ubicado en la Base de Entrenamiento de Tarazona de la Mancha. Y conoce las tragedias de la guerra: muerte de compañeros, destrucción de pueblos, miseria, violencia…

Manuel Requena se interesa por la razón  de su venida a España y él contesta sin dudar: “Hitler, Guernica, Federico García Lorca…”. Siente que es el lugar clave donde por primera vez puede combatir la injusticia y el ascenso del militarismo fascista internacional. La familia Salzman es judía y tiene que abandonar Ucrania ante los pogroms de los nacionalistas ucranianos.

Las persecuciones se repiten en la Alemania nazi de los años treinta. El mundo vive el ascenso del fascismo y decide combatirlo. Consigue dinero para hacer el viaje desde Israel, entonces Palestina, bajo dominación británica, donde su familia se establece tras un largo periplo de exilio desde Ucrania. Llega en barco a Marsella, cruza los Pirineos a pie, sobre varios metros de nieve. Ve que no está sólo. Judíos y palestinos viajan a España y se unen franceses, alemanes, italianos, anglosajones… La esperanza, la ilusión, les llena, el mundo vibra por España y quiere combatir al fascismo. Salzman afirma lo siguiente: “Vine aquí hasta la victoria final sobre el fascismo, sin saber cuándo acabaría la batalla, un mes, un año… sin tiempo establecido (…) luché por nuestra libertad y la vuestra (…) y no quiero hablar de partidos políticos, nosotros luchábamos bajo una única bandera, la de la República”.

En octubre de 1938, cuando se produce la salida de España de las Brigadas Internacionales, en su batallón sólo quedan unas decenas de hombres, tras muertos, mutilados y prisioneros. A su vuelta a Israel, llega con diez kilogramos menos de peso, sin dientes y con los pies bastante deteriorados por un principio de congelación que sufre en el frente del Ebro, al disponer únicamente de periódicos para protegerse del enorme frío.

Salzman se emociona al recordar y hablar de España. En su último viaje dice: “He vuelto para buscar mi juventud, pasé aquí los años críticos de mi vida (…) España es una tierra sagrada, donde los mejores jóvenes regaron el suelo con su sangre y dieron su vida por la libertad”. Admira la valentía de los españoles frente al fascismo, porque para él no es una guerra civil, sino la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial contra el fascismo. Tras España, se alista voluntario con las tropas aliadas estadounidenses y combate hasta la victoria en mayo de 1945.

Dedica grandes esfuerzos y muchos años de su vida a la localización y estudio de los archivos de las Brigadas Internacionales en Moscú, a donde viaja casi todos los años para recopilar documentos relativos a la participación de los judíos en las Brigadas. Está convencido de la necesidad de transmitir a los jóvenes su lucha y los ideales que defiende, para que las nuevas generaciones conozcan el pasado y no se repitan los mismos errores. Es un hombre de paz, pero tiene que luchar por ella, igual que por la justicia y la libertad.

En sus visitas a Albacete siempre le acompaña una rama de olivo en la mano, símbolo de paz. Una paz que desea con todas sus fuerzas para el conflicto entre Israel y Palestina, ya que el territorio histórico judío de Israel, la tierra prometida, es considerado por él como tierra para compartir y convivir. Tras varios años de lucha, consigue cumplir uno de sus sueños: plantar un bosque en Jerusalén con varios millares de árboles, un bosque llamado de “La Paz y la Amistad», como homenaje a las Brigadas Internacionales, un monumento vivo. No son hierros y piedras, como la mayoría, y está dedicado a voluntarios de todo el mundo, de cualquier credo. Él también desea que en Albacete se pueda plantar un bosque en homenaje a las Brigadas.

En su última visita vive un momento muy emotivo. En el cementerio de Albacete pronuncia unas palabras en homenaje a los “Voluntarios de la Libertad” y en especial a su compañero Ali Abdel Halek, amigo palestino, casi un hermano en las Brigadas, héroe musulmán que muere en Albacete el 1 de abril de 1938. Las palabras de Salzman son un sentido homenaje a su compañero y a la vez un alegato por la paz y la convivencia entre palestinos y judíos.

También visita el CEDOBI en octubre de 2005 el brigadista e investigador austriaco Hans Landauer (La Tribuna de Albacete, 24-10-2005, p. 16). Además de ver documentación diversa, ayuda a la identificación de personas, lugares y fechas concretas en documentos de la colección del Centro. Su historia es similar a la de miles de personas que llegan de todo el mundo para luchar contra el fascismo, además de defender sus ideales de justicia y libertad.

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