El dormitorio de una antigua venta es la pieza del mes del Museo Etnológico de Puertollano. Lo mas habitual es que estuvieran ubicados en lugares cerrados y en muchos casos estaban concebidos para ser compartidos por varios clientes.
Su mobiliario era muy escaso, prácticamente se reducía al camastro o camastros, una jofaina para lavarse manos y cara y un candil para alumbrarse.
La jofaina o palangana es un recipiente parecido a un plato, de mayor diámetro y altura que se colocaba en un mueble muy sencillo llamado palanganero que tenía una especie de aro o cerco para colocar la palangana y debajo una repisa para la jarra del agua. Los más completos tenían en un lado una especie de barra para colocar un trapo o paño para secarse.
Las jofainas fueron evolucionando hasta llegar a los modernos lavabos de los que disfrutamos hoy, igualmente la jarra para el agua ha evolucionado hasta convertirse en los grifos de los que sale agua fría o caliente a gusto del usuario, también el rustico mueble para la palangana se ha convertido en los variados muebles que ahora tenemos.
Otra diferencia notable, es que todo lo relacionado se ubica ahora en una dependencia independiente a la que llamamos baño y se complementa con dispositivos para lavarse cómodamente todo el cuerpo, teniendo para elegir entre ducha y bañera.
Antes de llegar a los modernos lavabos, los palanganeros evolucionaron hasta terminar en muebles de diseño con espejo incorporado, se utilizan todavía sobre todo por las señoras para el maquillaje y peinado, tocador lo llaman ahora.
Otra diferencia importante entre antaño y la actualidad era la forma de evacuar las aguas sucias, ahora basta con retirar el tapón de lavabo o bañera y el agua “desaparece” como por arte de magia, antaño no había sistemas de desagüe y la práctica habitual era arrojar por los balcones y ventanas que daban a la calle, las aguas sucias y otras inmundicias, para advertir a los transeúntes del peligro, se gritaba «¡agua va!». Al oírlo, los viandantes se apartaban con rapidez para evitar un sucio chaparrón.
Cervantes ya nos hablaba de los rústicos dormitorios en su obra maestra, así en el capítulo II parte I nos dice: “cuando rendido y apaleado es recibido en la venta donde le prepararán un nada confortable camastro en habitáculo que compartiría con Sancho y con un arriero que tenia su cama hecha un poco mas allá de la de nuestro don Quijote, y , aunque era de las enjalmas y mantas de sus machos, hacia mucha ventaja a la de don Quijote ….”
El museo etnológico dispone de la recreación de una de estas habitaciones, os animamos a visitarla.