El Museo Cristina García Rodero de Puertollano (Ciudad Real) acogerá los días 7 y 8 de febrero a las 19.00 horas un ciclo de conferencias que analizará la riqueza patrimonial del arte prehistórico de la provincia de Ciudad Real, «un territorio con la mayor presencia de elementos artísticos y mejor representante de la Península Ibérica y de Europa gracias a la gran cantidad de figuras que se han conservado», ha señalado Antonio Carmona, coordinador del evento.
Las conferencias se abrirán el 7 de febrero con la ponencia «Arte rupestre, arte en movimiento» que impartirán Laura Gómez García, Alfonso Caballero Klink y Francisco López Fraile. El día 8 se tratará la «Narrativa prehistórica en Puertollano», con las intervenciones de Antonio Carmona Márquez y David Amarillo Sancho. En la primera jornada se analizará la zona de Sierra Morena y en la segunda la comarca de Puertollano y los valles de los ríos Ojailén, Tirteafuera y Fresneda, según ha informado el consistorio en su web.
Desde hace cinco años un grupo multidisciplinar de cinco investigadores han realizado diversas prospecciones en la comarca de Puertollano y municipios de Sierra Madrona, como Mestanza o Solana del Pino. Estas conferencias divulgarán los numerosos hallazgos inéditos y pondrán al día otros gracias a las nuevas técnicas de fotografía e imágenes en tres dimensiones, sin olvidarse de «dar un toque de atención a las administraciones y al propio sistema educativo del olvido que sufre la pintura esquemática y espacios únicos en España y tan singulares como Peña Escrita, en Fuencaliente», señala Antonio Carmona.
Para este estudioso, la pintura esquemática representa una simbología difícil de entender. «Quizás es un tipo de pintura a simple vista no tan llamativa como la del Paleolítico, pero es importantísima, ya que marca el cambio de una sociedad que aún siendo prehistórica experimenta un cambio de su economía, religión y sistema de clases sociales, de nómada a sedentaria», aclara.
Esta evolución, prosigue, se plasma en las pinturas realizadas en los paredones cuarcíticos de Sierra Morena y del Campo de Calatrava, «que ya no estén escondidas al fondo de una cueva, como un mensaje que tenía que perdurar, porque esa simbología era lo que hacía que el grupo se sintiera identificado, como un escudo del Real Madrid o del Barsa”, concluye.