Asociación Cultural Portus Planus.– El hocino es una herramienta de la familia de las hoces, de forma curva y fabricado de hierro templado y revenido, se utiliza para podar o rozar la maleza, desde los tiempos más remotos. Como vemos en la ilustración, se trata de una pequeña guadaña de hoja ancha, pesada y corta dotada de una empuñadura o de un mango de madera más o menos largo, dependiendo del uso que se le quiera dar, en muchas tareas se utiliza sin mango.
Según las zonas se llama también rozadera o rozón, podón, cazanga, tajamata, calabozo, coa o tranchete.
Muy utilizado antaño para rozar el monte con objeto de aumentar las tierras de labor, desbrozar caminos y trochas, podar olivos, encinas y otros tipos de árboles, y también para separar los brotes de menor tamaño de las podas para hacer picón, material combustible que todavía muchos recordamos y que en algunos lugares se sigue usando.
A día de hoy, el hocino todavía se utiliza en algunas tareas si bien mucho menos que antes cuando fuera una herramienta de uso cotidiano.
En Puertollano y comarca, hace ya unos años, la administración dio trabajo durante una temporada a bastantes obreros en trabajos de desbroce de monte, se les pedía aportar un hocino para conseguir el trabajo. Se agotaron los hocinos en todas las tiendas que los vendían, concretamente sé que Merino señaló que tenía unos 20 hocinos sin vender desde hacía años y en esa ocasión los vendió todos.
El hocino, al igual que otros muchos útiles y aperos agrícolas, tuvo también su uso militar. Los componentes de las milicias de la época, a falta de armamento específicamente diseñado para combatir, recurrían a las herramientas de su oficio y, en muchos casos, tuvo lugar un proceso evolutivo que dio lugar a la creación de verdaderas armas, concebidas ya para fines exclusivamente militares
Con mango de 1,5-2 metros de largo, permitiría a un infante hacer frente a su principal enemigo: el soldado a caballo. Su morfología permite dar dos tipos de golpe: uno de filo, como si de un hacha se tratara, y otro con el gancho que, al ser cortante, no solo valdría para derribar a un jinete, sino también para lesionar las patas de su montura.