Una roca procedente de un asteroide impacta contra la atmósfera generando una espectacular bola de fuego

En la madrugada del 9 de enero, a las 22:08 hora local, se registró una impresionante bola de fuego cruzando el cielo nocturno. Se trata de la primera gran bola de fuego que cruza este año el firmamento, pues llegó a tener una luminosidad mayor que la de la Luna llena. De hecho, debido a su elevado brillo, pudo ser vista desde toda la Península Ibérica. El bólido (así es como los astronomos denominan a estos fenómenos) fue visto por numerosos testigos que se hicieron eco del fenómeno en redes sociales. También fue grabado por los detectores que la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa (Red SWEMN)  opera en el Complejo Astronómico de La Hita (Toledo). Estos detectores trabajan en el marco del Proyecto SMART, un proyecto de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que se coordina desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) con el objetivo de monitorizar continuamente el cielo para registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar. También la grabaron los detectores que este mismo proyecto de investigación tiene instalados en los observatorios de La Hita (Toledo), Calar Alto, Sierra Nevada, La Sagra (Granada), Olocau (Valencia), Faro de Cullera (Valencia) y Marçà (Tarragona).

Esta bola de fuego ha sido analizada por el investigador responsable del Proyecto SMART, el astrofísico José María Madiedo del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). Según los resultados de este análisis, el fenómeno se produjo al entrar en la atmósfera terrestre una roca a una velocidad de unos 67 mil kilómetros por hora. La roca procedía de un asteroide. Estas rocas que se cruzan con la órbita de la Tierra reciben el nombre de «meteoroides». El brusco rozamiento de la roca con la atmósfera a esta enorme velocidad hizo que la roca (el meteoroide) se volviese incandescente, generándose así una bola de fuego que se inició a una altitud de unos 86 km sobre la localidad de Lomas (provincia de Palencia). Desde allí avanzó en dirección noroeste y se extinguió a una altitud de unos 23 km sobre la localidad de Joara (provincia de León). La gran luminosidad que alcanzó este bólido hizo que pudiera verse desde más de 600 km de distancia. A lo largo de su trayectoria mostró varias explosiones que provocaron aumentos súbitos de su luminosidad y que se debieron a diversas rupturas bruscas de la roca. En total, la bola de fuego recorrió unos 67 km en nuestra atmósfera antes de extinguirse. Otro resultado importante de este análisis preliminar es que la roca no se destruyó completamente en la atmósfera: una parte de ella habría sobrevivido, cayendo al suelo en forma de meteorito. Ese meteorito habría caído en la provincia de León, y las primeras estimaciones revelan que su sería muy pequeño, con una pasa que no llegaría a los 20 gramos.

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