Ríanse de la Florencia renacentista, donde era posible encontrar la muerte en el fondo de la copa envenenada ofrecida por un anfitrión de afable sonrisa. La CEOE-Cepyme de Ciudad Real no se queda atrás, en términos de intrigas y confabulaciones. Es un reino de taifas donde alianzas y hostilidades se mecen al incompresible vaivén de caprichos, poder y dinero; un buque desarbolado bajo una tempestad de codicias y ambiciones.
Espejo de la crisis que afecta a nuestra sociedad, la confederación está sumida en un absoluto caos que no sólo es fruto del desgobierno económico o de una gestión manirrota: también es consecuencia del endémico enfrentamiento entre las “familias” empresariales, de una guerra civil de despacho que en las últimas semanas se ha recrudecido con una violencia inusitada en la historia de la institución. No merecen este espectáculo los empresarios ciudadrealeños, gentes honradas y trabajadoras que mantienen sus pequeños negocios en el difícil equilibrio del filo de la navaja.
La crisis por la que atraviesa la CEOE provincial ha puesto sobre el tapete, paradójicamente, que los supuestos paladines de la “cultura emprendedora” han sido tan dependientes como el que más de las cuantiosas ayudas públicas que antaño recibían para mover la maquinaria de su organización. Pero no sólo eso. El déficit de la institución, estimado por algunas fuentes en más de cinco millones de euros, así como la desesperada decisión de acometer un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) sin comunicarlo oficialmente a los miembros de la ejecutiva, son pruebas de cargo de la nefasta gestión del presidente Arturo Mesa, cuya manera de proceder durante estos años sólo puede calificarse, y con cierta indulgencia, como temeraria.
En un contexto de indignación ante la crítica situación financiera que sufre la asociación empresarial, las tensas reuniones que han precedido a la “supuesta” dimisión de su secretario general, Álvaro Maldonado, están rodeadas de un halo de oscuridad digno de cine noir. Y la confusión es total. Hay quien asegura que Maldonado no ha dimitido y que sólo está de vacaciones. Hay trabajadores que ignoran el futuro del ERE y temen por sus nóminas. Hay quien dice que Mesa ha caído definitivamente en desgracia, y que su figura es dramáticamente testimonial tras el nombramiento de la comisión gestora que en teoría debería llevar las riendas de la crisis, mientras que otros perjuran que esa comisión desconoce totalmente el funcionamiento de la Cepyme.
Ítem más: hay quien identifica al ex presidente Jesús Bárcenas como mano negra de la “defenestración” de Arturo Mesa. Hay quien señala al presidente de la Cámara de Comercio, Mariano León. Hay quien sospecha del “lobby” de la construcción. Hay quien recela de empresarios como Alfonso Monsalve. O quien teme de José María Cabanes. Hay quien recrimina todo a todos. Y hay quien, como aquí el menda, se da a todos los demonios porque maldita sea su suerte si tiene puñetera idea de lo está acaeciendo.
Porca miseria. Lo único que parece claro, de momento, es que la unidad empresarial en
esta provincia es una entelequia, y sólo el miedo mutuo ha posibilitado hasta ahora el statu quo de la CEOE-Cepyme ciudadrealeña.
Sería deseable una mayor transparencia y rigurosidad en el proceso de renovación que presuntamente se pretende acometer ahora para que la casa de todos los empresarios no acabe como la mansión Usher del famoso cuento de Poe, y que un profundo y corrompido estanque no se cierre, sombrío y silencioso, sobre sus restos.
Twitter: @santosgmonroy
http://santosgmonroy.blogspot.com