Jesús Millán Muñoz.- Creo que es hora ya, de levantar del semiolvido o del olvido a Antonio Gala, es hora de que no le caven el famoso purgatorio de los escritores, realidad que les sucede a casi todos/as.
Antonio Gala como escritor, articulista, conferenciante, entrevistado ha estado en todos los modos y medios y formas de comunicación durante décadas. Antonio Gala Velasco (Brazatortas, Ciudad Real, 1930, Córdoba, 2023), poeta de las palabras, poeta de los sonidos, poeta de las metáforas, poeta de los símbolos, poeta de los gestos, poeta de los silencios…
Hace dieciocho meses, semana más o semana menos que la tierra le llamó a su seno, que la Trascendencia le llamó a su seno –según la realidad existente que sea, según lo que usted crea, pero crea usted una cosa o crea usted otra, alguna de ambas realidades será y serán, bueno es no olvidarlo, hubo siglos que estaba tan presente en cada conciencia, hoy, es lo contrario, hoy es casi una novedad recordar esta realidad-.
Como todo espejo se refleja quién se mira, lo que se proyecta. Ante Gala han existido, casi siempre, una admiración grande, por su capacidad de lenguaje, y, por otra parte, creo que minoritaria, algunos le tachaban de muy empalagoso… Décadas ha estado Antonio Gala con varias generaciones de españoles y españolas, con varias generaciones de escritores y escritoras, en potencia o en ciernes o ya realizados. Gala era un espíritu libre, en muchos sentidos. Y, por tanto, hablaba lo que creía conveniente, se callaba lo que creía conveniente…
No podemos ignorar que construyó obras de teatro, narrativa, poesía, artículos de opinión, otros libros –indica su Fundación-, guiones cinematográficos y televisivos, adaptaciones televisivas, y, yo supongo que habría que añadir las conferencias que impartió –que quedarán guiones y grabaciones-, entrevistas que le realizaron, supongo que cartas… Recuerdo hace cinco décadas casi, impartir una conferencia en el pueblo donde nací y respiré la primera vez aire y un poco de humo… Era yo, joven, era él de mediana edad, y las palabras embelesaban al público.
Debo confesar que no soy capaz de juzgar a los autores y autoras, según su valía y valor de sus obras. Por un lado, no toco su vida personal, porque no soy yo quién tenga que juzgarla, por otro lado, pienso que la ética y la estética deben ir unidas, es bueno que un escritor o científico nos descubra realidades que desconocemos, pero estaría muy bien, que su vida fuera un poco armoniosa con los grandes principios que predican; por otro lado, no soy capaz de captar la calidad o la altura de las producciones culturales totalmente, puede gustarme o no, pero no sé, lo que dentro de cien años valdrá o no tendrá valor, no soy profeta. Por otro lado, siempre pienso que en el terreno de las artes, una obra está en relación, en última instancia, con todas las grandes obras de ese género o de ese arte o de ese saber…
Un escritor, puede redactar diez o cincuenta libros, del género que sea, pero al final, ocupará un lugar imaginario o real de valor, en la totalidad de todo lo producido, es decir, qué nivel tendrá comparándolo con Dante o Goethe u Homero o Calderón o Shakespeare o Cervantes o Quevedo… esta es la realidad. Una obra de arte, sea el saber-arte que sea, sea el género que sea, cuando nace será comparada con todo lo anterior y con todo lo posterior…
Creo que en nuestra sociedad y país y terruño no somos generosos con miles de personas, de todos los saberes, no solo artes, sino también ciencias, filosofía, teología, tecnologías, cultura en general que han dedicado lustros de su existencia intentando encontrar verdades y bienes de diverso tipo con su saber. Puede que estén equivocados, puede que no sean Homero, puede ser que no lleven una vida personal demasiado racional y moral, pueden ser mil otras cosas. Pero deberíamos agradecer que nos hayan estado buscando verdades con bienes y con algo de belleza. Es o son o han sido como científicos, no de química, no de la física, no de las matemáticas, sino científicos del alma humana, científicos de la carne humana, científico de la conciencia-mente humana. Han intentado abrir el horizonte de y para los humanos…
Me pregunto, porque como decían los griegos, maestros de casi todo en nosotros, aunque no de todo. Que no sirve ninguna filosofía que no cure ningún mal humano. Me pregunto, no dejemos que se olvide Antonio Gala, me pregunto, no sería conveniente que su Fundación organizase la realidad artística y documental del maestro Gala, para publicar sus obras completas. Segundo, que su Fundación empezase a conservar, coleccionar toda su producción y todos sus papeles, y se convierta en un centro de estudios de su producción cultural. Tercero, que su pueblo donde nació, Brazatortas, donde parece ser vivió y existió nueve años, se le haga –si es que no tiene- un monumento, una escultura, además de una placa en la casa dónde nació –si es que no la tiene todavía-. Paz y bien.