El Centro de Investigación y Desarrollo para la Recuperación Ambiental (CIDRA), que Alquimia Soluciones Ambientales posee en Daimiel, atraviesa difíciles momentos que pueden culminar en el cierre de las instalaciones y el despido de 66 trabajadores. La falta de apoyo legislativo que potencie y armonice el reciclaje de residuos industriales y que dé sentido comercial a su actividad podría acabar con un proyecto único en España, en el que se han invertido más de 24 millones de euros.
Según Arturo Borja, responsable de comunicación de este centro único en España, CIDRA ha sido la primera «spin of» surgida de la Universidad de Castilla-La Mancha. El proyecto, en el que se han invertido más de 24 millones de euros por parte de emprendedores e investigadores castellano-manchegos, colabora con más de 20 universidades y centros públicos de investigación.
«Si la situación no cambia, protagonizaremos el primer cierre de una instalación de I+D+i en esta región donde tanto nos ha costado pasar de la agricultura tradicional a la más avanzada tecnología», subraya Borja. En este sentido, CIDRA ha remitido un artículo firmado por la doctora Lourdes Rodríguez Mayor, directora del centro y profesora titular de Ingeniería Química de la Universidad de Castilla-La Mancha, que MICIUDADREAL.ES reproduce en su integridad:
I+D+i Medioambiental en Castilla-La Mancha, ¿Para qué?
Resulta doloroso tener que hacerse esta pregunta cuando has dedicado casi 21 años de tu vida a hacer Investigación, Desarrollo e Innovación en el campo del medioambiente, 17 de ellos en la Universidad, y cuando has dedicado los últimos cuatro a hacer lo que debería ser el sueño de cualquier investigador, sobre todo si sus investigaciones se desarrollan en un área aplicada, ver como se ponen en marcha a escala real los trabajos que ha venido desarrollando y dirigiendo a escala de laboratorio y planta piloto.
Es eso de lo que tanto se habla y tan pocas veces se materializa, «la transferencia». Sí, tengo la suerte de pertenecer a un grupo de profesores y profesionales del medio ambiente que hace ya cinco años, y con importante apoyo de la administración, la universidad y algún capitalista soñador, consiguió hacer transferencia y decidió invertir en crear un Centro donde esto fuera una realidad continuada. Era muy sencillo: la investigación básica y las primeras pruebas se hacían en la universidad y cuando las cosas empezaban a funcionar, se ponía en marcha la instalación a escala industrial y a fabricar, a generar ingresos y a crear trabajo. Se cerraba el círculo: la administración pone dinero para la investigación básica, cuando esta empieza a funcionar, las empresas entran en juego y continúan apoyándola y cuando todo va viento en popa se empieza a producir y el dinero revierte, con beneficios en forma de más dinero, trabajo y tecnología propia, en la sociedad que fue quien hizo la primera inversión. Así creamos una spin-of que ha llegado a contar con 100 trabajadores (ahora somos casi la mitad) y un Centro de Investigación y Desarrollo en el ámbito del Medio Ambiente cuyas instalaciones son todas resultado de Proyectos de Investigación nacidos y desarrollados en la Universidad de Castilla-La Mancha.
Hasta ahí, todo perfecto. Entonces, ¿qué ha cambiado?. Cuando estaba en la universidad, creía que la culpa de que las investigaciones no revirtieran en la sociedad la tenían las empresas, «no confían en nosotros y prefieren ir a lo conocido». Cuando empecé a ser «empresaria» (siempre sin perder el espíritu de la universidad pues habían sido muchos años) comencé a entender que los tiempos y los objetivos de los investigadores están demasiado alejados de la realidad de la empresa. Pero era posible compatibilizarlo, y nosotros lo hemos hecho.
Ahora, después de cinco años y de haber convivido entre los dos mundos, tengo la respuesta clara, al menos para el caso de la Investigación en Medio Ambiente en Castilla-La Mancha. El problema de la transferencia no está ni en la universidad ni en las empresas. Con interés y esfuerzo, ambas pueden entenderse y conseguir resultados. El problema está en que ponerse de acuerdo y aunar esfuerzos, no sirve para nada cuando no se apoya el desarrollo y la puesta en marcha de esos proyectos novedosos y basados en nuestro conocimiento a escala real. La mayoría de las veces hace falta algo más que poner dinero para que se investigue, hay que favorecer y promocionar que cuando alguien quiere llevar a la realidad del día a día esos resultados, tenga la legislación de su lado y todo el apoyo institucional para la puesta en marcha, siempre sin perjudicar la competencia.
Tenemos en nuestra universidad magníficos investigadores y grupos de investigación de reconocido prestigio. La universidad se esfuerza por apoyar la transferencia facilitando los contactos y agilizando los procedimientos. Desde la Consejería de Educación se ha financiado la investigación básica, se ha fomentado la investigación aplicada y se han puesto en marcha mecanismos para fomentar la innovación industrial pero, ¿para qué queremos todo eso cuando la legislación ambiental en nuestra comunidad autónoma está a la cola de todas las comunidades españolas?
¿Para qué queremos investigar en valorización y aprovechamiento de residuos cuando se fomenta o no se penaliza la eliminación de los mismos en vertederos con la consiguiente pérdida de materias primas y energía y los consiguientes perjuicios medioambientales (lixiviados, malos olores, generación de metano, gas invernadero con una capacidad contaminante 21 veces superior a la del CO2, riesgos de contaminación futura del subsuelo y las aguas subterráneas…?
¿Para qué queremos investigar en nuevas tecnología de depuración del agua, orientadas a la reutilización y el ahorro energético y de reactivos o al uso de medios de depuración naturales y adaptados a nuestro entorno (humedales), si todas las nuevas depuradoras que se construyen en nuestra región se cierran a sistemas clásicos, sean o no los más adecuados para pequeñas poblaciones de las muchas que tenemos en nuestra región porque son los que proponen y comercializan las grandes empresas nacionales con sedes muy alejadas de Castilla-La Mancha y con poca o nula fe en la investigación de nuestra región (por supuesto siempre mediante concursos en buena lid pero en los que a las pequeñas y medianas empresas de Castilla-La Mancha nos resulta muy difícil competir contra grandes monstruos con implantación nacional e internacional)?
¿Para qué vamos a investigar en nuevos métodos in situ para la descontaminación de suelos contaminados mediante biorremediación, electroxidación, etc si todos los suelos contaminados de la región se entierran en vertederos mientras otras comunidades priorizan los tratamientos in situ para intentar que los procesos de descontaminación afecten lo menos posible al medio ambiente?
Y todo, por no disponer de una legislación ambiental acorde con la que ya existe o se está desarrollando, no sólo en otros países europeos, de los que, por supuesto, estamos a años luz, sino en la mayoría de las comunidades autónomas de nuestro país, donde ya se han implantado impuestos al depósito en vertedero, especialmente cuando se trata de residuos valorizables, se fomenta el uso de combustibles alternativos, se prohíbe el uso directo de residuos en el campo sin un control estricto para promover la producción de compost y biogás y, sobre todo, se obliga al estricto cumplimiento de los tres aspectos fundamentales de la Directiva Europea sobre residuos (y también de la legislación española):
– Jerarquía de residuos: primero no producir y, si no es posible evitar la producción, reutilizar, reciclar, valorizar energéticamente y, sólo cuando no hay otra opción, eliminar o depositar en vertedero.
– Principio de proximidad: que los residuos se traten en las instalaciones más próximas al punto de generación para evitar al máximo su movimiento. Se reduce el peligro por el transporte y se disminuyen las emisiones de CO2 que éste genera.
– Principio de autosuficiencia: que se fomente el tratamiento en el origen y se apoyen los medios para hacerlo.
Estamos en época de cambios en nuestra región y ojalá este sea uno de ellos. Necesitamos una legislación ambiental acorde con nuestros tiempos y nuestras capacidades, no una legislación a la cola de Europa y de España.
Tenemos magníficos grupos de investigación en nuestra región que desarrollan tecnologías para valorizar residuos, tratar aguas y descontaminar suelos, reconocidos a nivel internacional.
Tenemos empresas dispuestas a usar la tecnología y los conocimientos nacidos en nuestra universidad y competir con ellos.
Se ha fomentado desde el gobierno regional la investigación en la universidad y el desarrollo y la innovación en las empresas.
No dejemos en el olvido todo el tiempo y el dinero empleado y todos los resultados obtenidos. Ahora es el momento de devolver a la sociedad el dinero invertido a través de una gestión medioambientalmente sostenible de aguas, residuos y suelos.
No lo olvidemos, hoy los residuos son una fuente de ingresos y puestos de trabajo que ya están aprovechando la mayoría de las comunidades autónomas de nuestro país. Nosotros, que podríamos crear empleo con el reciclado y con la innovación ambiental, preferimos enterrarlos o enviarlos a otras Comunidades para que sean ellas las que se aprovechen de nuestros recursos y se beneficien de la creación de empleo. Una lástima llegar siempre tarde… y darle la razón a Cervantes, con la palabra ¡QUIJOTE!