El catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, Jorge Laborda, del Departamento de Química Inorgánica, Orgánica y Bioquímica de la Facultad de Medicina de Albacete, estudia, en colaboración con investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), los efectos de la proteína DLK-1 y su función durante del proceso de formación de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis), y que, según explica el profesor Laborda, tanto en el proceso de cicatrización de una herida como en el crecimiento de tumores sólidos (cáncer de colon, de páncreas, pulmón…) es necesaria la formación de nuevos vasos sanguíneos a partir de los ya existentes, una acción que permite la regeneración celular pero que en el caso del tumor “alimenta”, además, su crecimiento.
Durante la angiogénesis, las células reciben, por un lado, una señal para reproducirse, y por otro, se comunican entre sí para organizarse y formar los vasos sanguíneos una vez multiplicadas. Es ahí, precisamente, donde interviene la proteína DLK-1, encargada de inhibir la señal que les llega de los receptores NOTCH, presentes en todos los animales y encargados de la organización de las células. Con la aplicación de esta proteína, indica el profesor Laborda, lo que se pretende es impedir que la comunicación celular permita la regeneración de células y, sobre todo, que estas se organicen para formar nuevos vasos sanguíneos que contribuyan al crecimiento del tumor. Por ello, las propiedades inhibidoras de esta proteína frente al proceso descrito constituyen una herramienta de gran utilidad en la terapia antitumoral.
En definitiva, lo que se ha podido demostrar hasta ahora, tal y como explica el profesor Laborda, es que “la proteína Dlk-1 puede disminuir la angiogénesis en los tumores porque retrasa la migración celular en la cicatrización de heridas, y disminuye la angiogénesis en ensayos realizados en algunos vertebrados”. No obstante, añade, “el estudio de la proteína DLK-1 está en fase de desarrollo, ya que, a la vez se estudia también la función de la proteína DLK-2, descubierta en la UCLM, y las ventajas que ambas podrían aportar al tratamiento antiangiogénico, no solo frenando la creación de nuevos vasos sanguíneos, sino también regulando el crecimiento de las células tumorales”.
Cabe destacar que la ventaja del tratamiento antiangiogénico, frente a los tratamientos clásicos contra el cáncer es que este no ataca a las células tumorales y sanas circundantes. Por el contrario, se dirige a las células endoteliales con el objetivo de evitar que lleguen nutrientes al tumor. En estos momentos, se buscan empresas para explotar el uso de esta proteína bajo una licencia de patente.