Lo que tiene hasta el mismo gorro de las pipas a la gente es el paripé. Por algo los campistas urbanos exijen que la democracia real se empiece a aplicar en las organizaciones que nos representan en unas elecciones. Zapatero miraba el 15-M desde la nostalgia de los años rebeldes con cierta simpatía y un Bono preelectoral lo mismo decía que eran “buena gente” que invitaba a excluir a IU del voto, cuando es la prima natural de los acampados. Después de los resultados del 22-M, el PSOE ha salido tocado, pero el PSOE, una de las vigas maestras del sistema democrático está acostumbrado a las galernas. Fue mucho más grave lo que ocurrió en las primarias que Borrell le ganó a Almunia y luego fue desherededado por el aparato del PSOE envuelto en el papel prensa de El País. Todavía hoy es motivo de sesuda investigación política cómo un partido pudo presentar como posible ganador de unas generales al perdedor de unas primarias.
Las circunstancias son hoy diferentes. Las primarias, por mucho que el PSOE las haya utilizado como pedigrí democrático no gustan; y los congresos, a ser posible muy ordinarios y en su ciclo natural. Apenas ha dicho Patxi López que lo que hay que hacer es un buen zafarrancho con agua a presión, se ha puesto el sanedrín a encontrar una vía de salida por la vía muerta del consenso a golpes. Entre un Congreso a discreción y unas primarias como los Estatutos mandan, unas primarias “muy raras”, como dice Iñaki Gabilondo desde su púlpito digital. Pues bien, llegados a este punto lo esperable es que el Comité Federal del sábado tenga al menos la sinceridad de no abrir el proceso de primarias si tiene el candidato precocinado y con la fusta lista para disuadir al temerario que ose dar un paso al frente. Porque de otro modo y en términos futbolísticos eso es comprar el partido. Resulta sorprendente que a estas alturas el PSOE no haya detectado que lo que la gente quiere es otro modo de hacer, sincero, valiente, que sea capaz de esculpir en la ceniza la nueva imaginería del futuro. Pero en cuanto llega el momento el PSOE en lugar de hacer borrón y cuenta nueva como hizo en 2001 se entretiene de nuevo en aparentar más que en ser. Ya se sabe la diferencia que hay entre unas primarias y un Congreso Extraordinario, pero el PSOE socavaría aún más su credibilidad si una vez puesta la máquina de los bares (de presión) a la máxima potencia para evitar una cosa y la otra, engañara con un proceso de primarias amañado, a sabiendas de que sólo se presentará él, Rubalcaba,. como un pucherazo interno. Sería menos democrático desde luego pero mucho más honesto que el Comité Federal lo elija directamente, por las bravas, sin falso rebozo. La designación es menos “correcta” que la elección, pero puesto en evidencia el temor a que hablen las bases o los delegados, lo peor que puede hacer el PSOE es rizar el rizo y vestir de elección una designación. “Por supuesto que habrá primarias”, dijo Zapatero, pero a estas alturas ¿importa lo que diga el secretario general del PSOE?