Sus propuestas lúdicas y recreativas junto a la venta de productos artesanales captaron la atención de numerosos daimieleños y daimieleñas del viernes al domingo. En las principales calles de la ciudad, flanqueadas por los banderines alusivos a la Orden de Calatrava, mercaderes y juglares brindando trabajos y pasatiempos a niños, jóvenes y adultos.
Del viernes al domingo resultó complicado atravesar la Plaza de España y llegar al Parterre Municipal. Lo mismo para aparcar en las inmediaciones. La causa, el Mercado Medieval instalado en esta área que logró captar la atención de propios y extraños durante esos días. “Multitudinaria respuesta para conocer los presentes que escondían cada uno de los puestos”, según confirmó el presidente de la asociación cultural artesana medieval ‘El Quijote’, Gregorio Berjaga.
El lugar estuvo ambientado en la época del Medioevo: Atuendos, comercios y comerciantes y juglares. Lo mismo que con la zona de recreo, cuyos juegos se asociaban a ese período.
Un stand sobre magia abría el recorrido a su paso por la calle General Espartero. A partir de ahí, 85 puestos distribuidos en varias filas con una mezcolanza de propuestas. Abalorios, bolsos, pañuelos, cerámica, ambientadores naturales así como productos gastronómicos (quesos, carnes y dulces) y otros tantos más relacionados con la cosmética fueron las principales ofertas.
La mayoría de los presentes, en busca de favorecer el bienestar personal y común en cada uno de los hogares. Olores y sabores que no pasaron desapercibidos al constante trasiego de curiosos y paseantes. En esta diversidad temática, incluso se instaló un hueco destinado a la lectura del tarot.
Para los más pequeños y su imaginación, paseos en burro por el Mercado Medieval. También la posibilidad de subir a una gran barca. Fue la zona más lúdica, con juegos de antaño y pequeños zancos. Junto a estas propuestas, emplazadas en ‘La Manola’, se pudieron ver búhos, una lechuza y águilas.
En otro de los puntos se mostró en vivo los trabajos de la fragua instalada a pie de Ayuntamiento que compartió protagonismo vecindad con los stands de calzado y alfombras artesanales. Entre tanto, y agotando las posibilidades del espacio, el “buen yantar” también ocupó su lugar en la Plaza de España.
Las música y los espectáculos de fuego y magia completaron las atracciones para pasar las jornadas del viernes, sábado y domingo en Daimiel en las que el agua amenazó por momentos pero sin empañar finalmente la amalgama de artículos, distracciones y utilidades que se brindaron al turista procedente de distintos puntos de la comarca.
La asociación organizadora, que no descarta regresar en sucesivas ocasiones a la localidad, barajará para ese entonces la inclusión de colectivos y agrupaciones locales al Mercado Medieval.