José Rivero.- Quizás la mejor conclusión –a modo de cierre del denominado extravío urbanístico de esos largos 40 años de vida local– de toda esta serie de trabajos publicados en Miciudadreal, sin ánimo exhaustivo y sólo exploratorio, se produzca al compás de la entrevista sostenida por el Alcalde, Francisco Cañizares, con motivo del primer año de mandato de la corporación salida de las urnas de 2023, posibilitando una coalición PP y VOX (La Tribuna, 24 junio 2024), que venía a alterar los 8 años –desde 2015– de predominio del PSOE –primero en coalición con Ganemos, luego con Ciudadanos y la discutida alternancia de alcaldesas, con la charnela de 2021–. En el balance anual que realiza el alcalde Cañizares aparecen diferentes cuestiones que afectan, en mayor o menor grado, a la ciudad. Tales como la Segunda Ronda, la conclusión del paralizado Auditorio, el colector de saneamiento, la casa de Cultura recuperada, el polígono SEPES y los efectos derivados de la llamada Ciudad Administrativa, como consecuencia del Plan Modernizador 2025, PM25. Pero ni una sola palabra sobre la necesidad de acometer el POM, tras la paralización verificada –en dos tiempos sucesivos, entre 2015 y 2018–. Reflejando la incomodidad de abordar la necesaria revisión y adecuación del viejo PGOU de 1997 que, tras casi treinta años, carece de alternativa, cuando ya ha dado muestras de severas insuficiencias y carencias. Baste recordar para ello, el caso desafortunado de la Unidad de Ejecución Plaza Mayor, modificada in extremis, en 2022, y considerada por la edil de Urbanismo del momento Raquel Torralbo, como una fecha histórica. Llamar ‘fecha histórica’ a un asunto menor de la agenda local, da buena cuenta de las altas/bajas miras municipales sostenidas en los últimos veinte años. Por no hablar de otras unidades de ejecución aplazadas y aparcadas, que a veces son meras acciones puntuales, que lastran la imagen y la formalización de la ciudad. Y que, por ello, acarrearían la adjetivación de lo histórico Desde el entorno de la Campus Universitario –Pozo de Santa Catalina– a su aplazado concurso de accesos en la confluencia de la calle López Bustos; desde el cierre del Parque Gasset con la resolución de la demolición del bloque tatuado a la nunca dispuesta sede del Museo del Ferrocarril; desde los bordes de Ronda –junto a Plaza de Toros, el solar del concurso de viviendas de Padre Ayala, la Puerta de Santa María con la ilegal sede de encierros de vehículos en lo que fuera chatarrería de Colomer, y las piezas menores frente al lienzo de muralla del Torreón– al centro mismo de la Plaza Mayor –desbloqueada la UE, pero sin signos de actividad edificatoria– acogotado en veranos sin sombra y asilvestrada todo el año con solares vacantes.
El mutismo de Cañizares sobre algún asunto de calado urbano y urbanístico es un reflejo de la incomodidad que la materia ha venido suscitando en todos estos años, pese a haber contado con tres direcciones generales en el Organigrama Municipal anterior al amparo de la legislación de las Grandes Ciudades. En idéntico sentido, se manifestaba el primer Teniente de Alcalde y representante de VOX, Ricardo Chamorro, (Lanza, 24 junio 2024), al decir “Ciudad Real está cambiando de rumbo, pero hay que ir a más”. Sin que tal declaración sobre un futuro entrevisto se aposente en medidas derivadas de alguna propuesta planificadora creíble y meditada. No basta con el enunciado propositivo “ir a más”. Días antes (Lanza, 18 junio 2024), la portavoz municipal del PSOE, Sara Martínez, despachaba su balance del primer año de gestión del PP-VOX, desde cierto desdén crítico y analizado, como “el de la falta de modelo de ciudad y la inercia”. Un contrasentido manifiesto, en la medida en que la criticada inercia municipal PP-VOX del año transcurrido entre 2023-2024, sería en buena parte, la prolongación de lo habido con anterioridad en las Corporaciones precedente, comandadas por el PSOE en sus diferentes coaliciones y programas, donde debería de haber aparecido ese “modelo de ciudad”. Por no hablar, que ‘la falta de modelo de ciudad’ es un lugar común recurrente en cualquier balance crítico de toda oposición que se precie.
Lugar común el mantra “modelo de ciudad” que venimos escuchando desde el fundacional año de 1979 por parte de todos los participantes de la gobernanza municipal: desde UCD a la Coalición Democrática, desde el PSOE en solitario al PSOE acompañado de Ganemos o de Ciudadanos, desde el PP en solitario al PP en coalición con VOX. Puede decirse, por ello, que el recurso al “modelo de ciudad” o a su falta más bien, es más un espantajo acusatorio a la oposición de turno, que un ejercicio crítico propositivo de los gobernantes de turno. Como quiera que todos los partidos citados –la práctica totalidad del arco político habitual, con alguna excepción muy menor– se han repartido la repetida gobernanza local, pocos juegos sobrantes de acusaciones y críticas pueden esgrimirse. Además, que tal afirmación de la representante del PSOE en 2024, sobre la falta de “modelo de ciudad” por parte de los actuales gobernantes, no elude la responsabilidad de que fuera ese mismo partido, gobernante entonces, el que suspendiera y renunciara a la actualización del PGOU en su forma de POM, como hemos visto ya con anterioridad.
Y todo ello, toda la visión limitada de los representantes municipales sobre cuestiones de calado no impide afirmar con rotundidad la incomprensible situación de parálisis ya relatada. Al contar con un documento rector –el PGOU de 1997– de la ciudad con cerca de treinta años de existencia, y sin que se hayan adoptado y adaptado a las nuevas previsiones derivadas del siglo XXI. Se ha optado en estos largos años –desde 2010 que se presenta el Avance del POM– por la figura asintótica de Planes Formales. Por llamar de tal manera a todo el compendio de registros habidos desde, curiosamente, ese 2010. Pueden consultarse los trabajos de Escolástico González Los Planes Estratégicos 2015-2018-2015 (La Tribuna, 20 febrero 2023) y mi propio texto Planes y parábolas (Miciudadreal 28 enero 2018), para llegar a la conclusión de que en ausencia de Planeamiento Urbano –desde la sospecha de sus lentitud de tramitación y de otros efectos colaterales– se optaba por toda una tipología de figuras de nulo encaje en la legislación urbanística: 2005 Ciudad Habitable; Plan Estratégico 2005-2015; 2015 Ciudad Real imaginaria Estrategia EDUSI Ciudad Real 2022-Eco-Intregrador. De la cual pude decir en 2017 (Desarrollo ¿sostenible?, Miciudadreal 20 febrero): “Así la larga lista de las 10 líneas de actuación compone un decálogo ¿moral?, ¿político?, ¿administrativo?, ¿económico? o ¿urbano?… Y así a LA1, Fidelización ciudadana y administración electrónica. O la LA10, Inclusión social, tienen un eco religioso de prédica dominical. Luego la instrumentalidad de Las Unidades Ejecutoras, la dignidad central de La Unidad de Gestión de la Entidad EDUSI, y el absolutismo del Equipo de Autoevaluación del riesgo del Fraude. Cuando asistimos a la larga parálisis del POM en el dique seco, bloqueado y sin salida visible, recurrimos a otro paradigma de Ordenación/Ilusión como el de la Estrategia EDUSI”.
Por otra parte, meses después (Miciudadreal, 13 diciembre, 2017) anotaba en el texto Urbanismo.0 : “Esto es, en ausencia de nuevo POM que nos dirija, pese al cartel que orla la sede de la Gerencia (¿o ya no es Gerencia?) en el edificio del antiguo Mercado, volvemos al PGOU de 1997. Que a juicio del responsable “tiene todavía vigencia para su aplicación, pues contempla proyecciones urbanísticas que no se han desarrollado aún”. Proyecciones no desarrolladas tras 20 años (¡ …!), como muestra de esa denuncia del tiempo lento de la práctica administrativa del Urbanismo. Hay que hacer notar que ni el PGOU de 1997 moderó sus estimaciones (en el ámbito preciso del Reino de Don Quijote), ni el POM de 2010 nació desconociendo los efectos de la crisis financiera y luego inmobiliaria de 2008. Lo que tampoco se enuncia es ¿cómo quedará el Plan Estratégico 2022, tras la renuncia al POM 2010?, de igual forma ¿cómo se articula la EDUSI tan cacareada? con un plan de hace 20 años.
Muchas preguntas y muy pocas respuestas, para dar a entender el vacío planificador y la falta de visiones en momentos de incertidumbre, como refleja la pobreza inmobiliaria, la inflexión territorial, la crisis de infraestructuras y la incertidumbre comercial. Muchas preguntas por realizar, sobre la “falta de modelo de ciudad”, a todos los protagonistas de la gobernanza municipal. Muchas preguntas que esperan algunas respuestas.