Marcelino Lastra Muñiz.- Kelly Means lleva luchando durante años para acabar con la corrupción de la CDC (Centro para el Control y Detección de Enfermedades), FDA (Admón. de Alimentos y Medicamentos) y USDA (Departamento de Agricultura) estadounidenses. “Estas agencias reguladoras están dirigidas por las grandes empresas de procesamientos, las grandes empresas agrícolas y las empresas químicas, que se supone deben regular”. Esta mujer asesoró durante mucho tiempo a Robert Kennedy (h); ahora hace lo mismo con Donald Trump. Ella hizo de puente para que ambos se reunieran. Primero, Trump telefoneó a Kennedy; luego, éste fue a verlo a Mineápolis y después a Florida, donde el candidato republicano a la presidencia le manifestó su propósito de conseguir “alimentos seguros y poner fin a la epidemia de enfermedades crónicas” “Nuestros hijos son los niños más enfermos del mundo ¿No quieren tener niños sanos? ¿Y no quieren que los químicos salgan de nuestra comida? ¿Y no quieren que las agencias reguladoras estén libres de corrupción corporativa?” Esto fue lo que Trump le dijo a Kennedy. También le dijo que quería acabar con el control de los neoconservadores sobre la política exterior de los EE.UU. Que no quería más guerras de 200.000 M de dólares en Ucrania; que ese dinero debería usarse en EE.UU. Que “la mejor manera de construir un EE.UU. seguro era reconstruir nuestra base industrial y reconstruir la clase media” “¿Y no quieren a un presidente que nos saque de las guerras y reconstruya la clase media de este país? Él me dijo que quería acabar con la censura, porque toda la democracia estadounidense se basa en el libre flujo de información, y sabemos que un gobierno que puede silenciar a sus opositores tendrá licencia para cualquier clase de atrocidad” … “¿No quieren un entorno seguro para sus hijos? ¿No quieren saber que la comida que les dan no está llena de químicos, que les producirá cáncer y enfermedades crónicas? ¿Y no quieren a un presidente que haga que EE.UU. esté sano de nuevo? Gracias a todos y que Dios bendiga a EE.UU.”
Robert Kennedy (h) terminó su alocución. No pudo postularse a las primarias del Partido Demócrata. Las condiciones impuestas por la oligarquía de su aparato eran imposibles para cualquiera que no estuviera apoyado por el sistema. Decidió presentarse como independiente. Finalmente, se retiró de la carrera presidencial y apoyó públicamente a Trump en un acto multitudinario de este último. Los asistentes sacaron chispas de sus manos aplaudiendo al peleón de Kennedy. Ambos personajes decidieron tender puentes ¿Son conscientes de la polarización de su país? Parecería que sí. Los dos reconocieron sus diferencias políticas. Los dos entendieron que debían trabajar por unir a sus ciudadanos; posiblemente esté en juego la existencia de EE.UU.
Para enardecer a sus seguidores, no pudieron evitar recurrir a los cuentos de hadas que aprendieron en el colegio, disfrutaron en el cine y consolidaron en los medios audiovisuales y escritos. Gustan denominarse América, apropiándose del todo y olvidando que no son más que una parte. Nacieron políticamente convencidos de su superioridad. Su divisa, “God bless America”, suele traducirse como Dios bendiga a América, una exhortación al Altísimo para ganar su protección; pero no, la traducción correcta debería ser: “Dios bendice a América”, inspirada en la idea de Israel como pueblo elegido. Sí, se consideran la segunda Israel; por eso, aun en estos momentos críticos de su historia, recurren a sus mitos salvíficos fundacionales: América nació para redimir al mundo; no hay más que leer a la mayoría de sus presidentes. El declive de EE.UU. es un hecho; por ende, el del mundo anglosajón. Es patético y alarmante, muy alarmante, el mensaje dejado por Boris Johnson en las RRSS advirtiendo de que no se puede perder la guerra de Ucrania, bajo ningún concepto. ¡Qué va a decir, si él abortó el principio de acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia con un viaje relámpago, no fuera a ser que la guerra terminara antes de lo previsto!
Si fuera mínimamente cierto aquello de que la cara es el espejo del alma, no sé si D. Boris pasaría un psicotécnico sencillo de los que hacen a ciertos funcionarios públicos. Es falso que el declive signifique la caída de Occidente ¿De qué Occidente? ¿El hispano o el anglosajón y sus terminales,
Francia incluida? Occidente es una mera referencia geográfica, nada más ¿No sería la caída del mundo anglosajón la liberación del resto de los países sometidos a sus caprichos, a su modo y manera de ejercer la jefatura de un imperio basado en la tensión, las sanciones y el conflicto permanente? ¿En una división del trabajo injusta, que condena a unos para privilegiar a otros, saltándose a la torera su sacrosanto principio de libre mercado, por no hablar de un sistema financiero basado en el dinero fiduciario y la deuda perpetua? La pregunta clave es: ¿Hasta qué punto arrastraría su caída al resto de los que integramos su sistema planetario? En otras palabras: ¿En qué condiciones quedaríamos? En cualquier caso, ¿no sería una liberación?
EE.UU. acumula el mayor PIB planetario. Ahora bien, ¿es admisible que los ciudadanos de la mayor economía del mundo tengan una esperanza de vida de 76 años, la misma que en 1996? ¿Es razonable que 7 de sus ciudades estén entre las 50 más peligrosas del mundo? ¿Qué la tasa de homicidios de Nueva Orleáns (70,65/100.000 hab.) casi doble a la de Honduras? ¿Que en 2022 hubiera 1164 descarrilamientos de trenes? (Admón. Federal de Ferrocarriles) Y qué hablar del recurrente derrumbe de los puentes o de las averías de la red de conducción de aguas (una cada dos minutos) ¿Cómo puede pretender un país autoproclamarse faro de nada en estas condiciones? ¿Quién está más desarrollado, EE.UU., con una esperanza de vida de 76 años o España, con 82? ¿Por qué es más importante la renta per cápita promedio que la esperanza de vida para medir el desarrollo? La incoherencia es de tal magnitud que invita a reflexiones nada baladíes ¿A dónde va a parar el dinero de EE.UU.? ¿Cuál es su modo de vida real para que los parámetros sean tan incoherentes? En estas condiciones, ¿puede ser un modelo para nadie? Creo que no. Y si no lo es, ¿cómo puede ser la cabeza de un imperio?
EE.UU. tiene dos grandes fortalezas: La moneda y el dominio de la propaganda; en esta última es, sin duda, un verdadero maestro.
Robert Kennedy (h) finalizó su intervención haciendo referencia a que Trump conseguiría un EE.UU. sano, nuevamente. Lo que vino a decir, por tanto, que el país más poderoso del mundo -a pesar de tener una esperanza de vida impropia, una epidemia de adictos a toda clase de drogas, unas infraestructuras echas jirones, una inseguridad ciudadana vergonzosa y una polarización social nunca antes vista- está enfermo; y lo está de una enfermedad contagiosa -agrego yo- que ha infectado al “mundo libre”.
Desconozco el remedio para países como Alemania, Suecia, Francia, RU, Australia…… El de España, Argentina, México, Cuba, Colombia, Venezuela, Uruguay, Guinea Ecuatorial, etc., tiene nombre propio:
La Hispanidad.
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com
La grandeza de USA proviene del saqueo. Crear dinero de la nada que luego presta al resto del mundo al que esclaviza con la deuda subsiguiente. Obligar, previo pacto con la «muy democrática» monarquía saudí, a utilizar el dolar como moneda de intercambio. La deuda de USA es una consecuencia de la necesidad de surtir de dólares al mundo. Pero hasta eso tiene un límite. Es entonces cuando provocan guerras, golpes de estado, y revoluciones de colores. La rueda de la deuda no puede parar.
No confío en Trump ni en Kennedy. El último parece creado para controlar a la disidencia. Ambos dicen querer poner fin a la guerra de Ucrania. Habrá que colegir entonces que fue USA la que la inició. Ambos son fervientes defensores del Sionismo. Pobres palestinos… Los dos creen en la ungida América: se sienten superiores al resto.
El poderío financiero y económico de USA es tan grande que se creen dioses. Y más allá de creencias religiosas, creerse Dios es sumamente peligroso para uno mismo y para todos nosotros…
América no es lo que nos han contado. Como dice el castizo adagio: «Emosido engañados».
Un cordial saludo, don Marcelino.