La excentricidad del insumiso a la Ley Antitabaco

Estimado lector: Hace unos días leía y escuchaba un tanto perplejo en diferentes medios de comunicación,  entre los que se encontraban las cadenas de TV estatales, la reacción del propietario de un establecimiento hostelero en la ciudad marbellí, que no ha escatimado “elogios” y demostraciones de asco hacia todo lo que supone orden constitucional y métodos de convivencia.

Habiendo sido catalogado como “insumiso a la Ley antitabaco”, aunque es más conocido ya por su nombre, José Eugenio ARIAS CAMISON, que ha dejado consternados a todos los que tenemos nociones cívicas y sociales, apreciaciones vistas desde el perfil que nos ofrece nuestra bien trabajada democracia que dicho sea de paso, coincide con el 30 aniversario desde la renovación de la misma el pasado 23 de-F de 1981, en el Palacio del Congreso de este gran País que es España, y del que todos los bienaventurados nos sentimos orgullosos, salvo aquellos que parecen haber nacido en las cloacas y que quieren tener un comportamiento subdesarrollado, antisocial y lucrativo en beneficio de su mezquina existencia, y que simplemente porque desconocen las disciplinas humanísticas que integran el código de deontología y que hace posible que nuestra obligada interacción de grupo en sociedad sea posible y armoniosa.

Este “insumiso”, porque una Ley en defensa de la salud (hecho incuestionable) entienda erróneamente que perjudica sus intereses comerciales, y seguramente influenciado por una infancia infeliz, ya que su argumentación al responsabilizar a los promotores de esta Ley en defensa de la salud y convivencia social los ha comparado con mentes de niños y niñas de 13 años (supongo que por defender la igualdad), lo que manifiesta en este recurso al insulto, utilizando el agravio más incongruente y desproporcionado, aludiendo a una edad donde lo inmaculado, la inocencia y sabiduría forman el ente o proyecto más sagrado de una persona, o por el contrario existe un concepto anti racional  contra todo lo que supone orden, convivencia y respeto, (antidemócrata).

Desde aquí, estoy seguro en representación de un número grande,  también de varios millones (más de 15) aunque no recojamos firmas, porque no es la forma ni el objetivo, ya que fumar y no fumar supone una opción, y una y otra tienen el mismo valor social y jurídico en su cumplimiento. Pero al igual que los demás haríamos infinidad de enmiendas en las demás leyes que marcan nuestra convivencia y regulan  nuestros intereses, tenemos que acatarlas simplemente porque no tenemos la capacidad de legislar, éste ciudadano también de la tierra, tiene que hacer lo mismo. Por contra tenemos la suerte de convivir en un contexto social llamado democracia y eso implica ser todos educados e iguales. De lo contrario tenemos que ser reconducidos y corregidos.

Por eso mi deseo de explicarle a José Eugenio Arias, él que ha desafiado al ente público a incumplir una Ley y retractarse en varias ocasiones en sus insultos y menoscabos a los que si entienden que esta Ley es respetuosa y solidaria con los fumadores y no fumadores. Por lo tanto todos acatamos la Ley, reglamentos y normas  por imperativo legal, y que en un País  social impera el derecho de todos al de uno propio, y más si se trata de salud donde se agolpan los derechos constitucionales para garantizar la igualdad.

Explicar que las estadísticas que esgrime de 15 millones de fumadores (a mi que me borre) y 300.000 locales hosteleros que no los enmarque que el cuadro no tiene soporte para colgarlo. Por otra parte, que no utilice y haga extensivo sus improperios y calificativos en nombre de todas las personas que fuman y que tienen sus valores, pues éstas, en su mayoría ejercen su derecho, y lo hacen con agrado y derroche de civismo poniendo de manifiesto que la libertad es solo una oportunidad para ser mejores.

Explicar, que las cosas no se tergiversan: al “imperativo legal”, no hay que buscarle abolengos, y aplicarse el “imperativo de la educación y el respeto para con los demás”. Y que como dijo un anónimo:”el uso del tabaco tiene que ser al respeto”, “como el perfume a las flores”.

Por otra parte su excentricidad queda de manifiesto al referirse  a ésta Ley como: “guerra”, “golpe de estado”. Capaz es de organizar el 23-F bis, ¡que cosas!, hasta yo que me considero una persona  muy seria me entran ganas de platicar humor, sobre todo cuándo escucho botaratadas como: “si abro un negocio lo haré fuera de España, donde haya gente civilizada”. Curioso e irónico a la vez resulta que José Eugenio Arias busque antónimos sociales, en clara distorsión con la realidad.

Quiero terminar mi agradecimiento a todos los que valoran el término de la salud por encima de todas las cosas, a los que ven en esta Ley un proyecto de futuro y ejemplo cívico y pedagógico para nuestros niños de 13 años y demás edades, así como a los que entienden que no fumando, o fumando con observancia de la normativa, se enriquecen y promocionan sus valores sociales.

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