Tres años sin la presencia de Andrés Prado Cárdenas

Eduardo Muñoz Martínez.- Se cumplirán, el siete de noviembre de este 2024, tres años del fallecimiento, – lo siento, Andrés, desde dónde estés, y Marisol -, pero me enteré el día 29 del pasado mes de junio, de Andrés Prado Cárdenas, y aunque nunca fuimos, cómo dicen en mi pueblo, «amigos de tomar cañas y quedar de vez en cuando», sí es verdad que cuando yo comenzaba a colaborar en prensa, allá por los pasados años setenta, con él tuve ocasión de hacer mis «pinitos» cómo entrevistador: «Rubio de la Puebla, el amigo Saturno Morillas; Jaime Ostos, Nadiuska…, y es que Andrés, bien lo sabes tú, Marisol, – su mujer y, además, paisana del firmante -, era un hombre que, cómo diría otro tocayo suyo, en este caso el valdepeñero Cejudo López, nunca daba la mano, sino el abrazo entero.

Cuántos apuntes, cuántas notas, cuántos interrogantes…, algunos reflejados hasta en servilletas, se fraguaron, tuvieron respuesta…, en la rústica barra del «chiringuito», por no llamarlo «chamizo» – del «Juez», en el lado izquierdo, yendo hacia allá, de la Carretera de Piedrabuena, nada más pasar el Puente de Alarcos, – justo enfrente de su ganadería -, a donde yo llegaba, tras haberme recogido él en «El Mesón Taurino», que regía, por aquellas calendas, una sobrina del sacerdote José Ballesteros Estero, Pilar -, siendo dicho mesón parte de la primera «Escuela Taurina» de Ciudad Real, fundada por él, por Andrés, en la que, cuentan los anales, dio la lección inaugural el matador de toros Marcial Lalanda.

Andrés Prado Cárdenas, que nació en nuestra capital a principios de la década de los cuarenta del pasado siglo, dejó huella, – bien lo recordarán muchos lectores, y lectoras -, cómo novillero, empresario taurino de reconocido prestigio, ganadero y apoderado taurino, habiendo llevado la trayectoria artística», en diversas etapas, de hombres y nombres tales que el ya citado»Rubio de la Puebla «, Valentín Cuevas, Félix Jesús Rodríguez, Aníbal Ruiz, o Fernando Tendero, entre otros.

Cómo practicante del llamado «Arte de Cúchares», apelativo del diestro Francisco Arjona Herrera, que nació en Madrid, en 1818, y falleció en La Habana, en 1868, llegó a vestir de luces, debutando con picadores, y presentándose, segun leemos en «Ciudad Real, el otro historial taurino», de Manuel Hervás, en Horcajo de los Montes, en 1962, y posteriormente en el coso capitalino, aunque no tardó en «colgar Los trastos», al percibir que no alcanzaría las citas que se había marcado en un principio.

Aparte de cómo ganadero, – que también -, gestionando hasta dos hierros de lidia, destacó notablemente cómo empresario, pasando, – creo que no me equivoco -, por todas las plazas de la provincia, y consiguiendo, entre otros logros, que César Rincón lidiase en Torralba de Calatrava, qu el rejoneador Joao Moura actuase en Bolaños, o que Joselito hiciese lo propio en Almodóvar del Campo.

Dejó huella, insisto, abrió caminos… Una huella que no podremos olvidar, aparte de su familia, especialmente los aficionados a la «Fiesta Nacional», en muchísimos años, tal vez nunca. !Hasta siempre, Andrés Prado Cárdenas!

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