Llegados a este punto, yo exijo a los diputados y diputadas de Castilla-La Mancha, a los máximos dirigentes y candidatos a presidir la región del PSOE y el PP, José María Barreda, y María Dolores de Cospedal, a sus portavoces regionales, a sus voceros en provincias, a los responsables de campaña, a los estrategas del minutado diario… a todos ellos les exijo y sólo en mi nombre pero como ciudadano, como elector, como castellano-manchego, como periodista y como demócrata que convoquen una reunión urgente para detener de un tajo y de una vez por todas esta infame precampaña cainita que amenaza con perdurar durante seis meses eternos. Y que con ello suscriban un comunicado conjunto y den así ejemplo de tolerancia pese a las diferencias políticas y la ansiedad que causa la posibilidad de perder el poder, la posibilidad de ganarlo, la posibilidad de volver a revalidarlo o la posibilidad de volver a perder las elecciones.
Que democracia es normalidad como el aire que respiramos, algunos hasta diez mil veces por minuto por el sofoco, y no una singularidad histórica que justifique la destrucción del enemigo. Como ha dejado escrito Eusebio Cedena en el periódico eldigitaldecastillalamancha, aún tienen la oportunidad de salvar la política y de arrancar de raíz la mala yerba del odio político que no sólo se filtra por el endiablado dédalo de la interacción digital de los periódicos de la red, sino que se destila en las declaraciones públicas, afrentas, acoso y derribo mutuos al que se tienen sometidos ambos partidos, PSOE y PP, los únicos que están dando este lamentable espectáculo.
Como ciudadano no me vale la justificación infantil de que se trata de una respuesta a una agresión anterior ni la acusación de que fue este o aquella, aquella o este, quien golpeó primero. Tal vez ellos, no sólo los jefes de fila sino los mandados no se observen desde fuera para contemplar la verdadera dimensión del hartazgo ciudadano que provocan. Esto no es una lid democrática normal y saludable, es el remedo de una guerra civil incruenta, en la que se las balas se han sustituido por las palabras, las malas palabras.
Ambos dirigentes, Barreda y Cospedal, tienen la obligación como representantes públicos que son, de dar ejemplo de decoro, sosiego, respeto y tolerancia, y sobre todo y lo más importante, ordenar a la soldada que se mantenga dentro de los cauces de la corrección democrática y enseñarle la roja al correligionario que golpee con la intención de hacer daño moral, que es lo están consiguiendo, un tremendo daño moral recíproco de cuyos salivazos no se salva la opinión pública. Ambos tienen la oportunidad de no enterrar la política en Castilla-La Mancha bajo toneladas de animadversión. Si no es así, les pido a mis compañeros de profesión que no acudan a ninguna rueda de prensa cuyo contenido sea disparar mierda y que den la espalda al convocante en cuanto empiece a deslizarse por la pendiente del improperio. Si se quieren enterrar en la tierra a garrotazos como caínes goyescos que no nos utilicen como portadores de la inmundicia.
No nos dejemos utilizar. Apunto a las asociaciones de periodistas que hay por la región, a los periodistas sindicados en sindicatos de clase, a los free lance, a que tengan sobre la mesa la posibilidad de hacerles una huelga en campaña electoral al tiempo que explicamos a la opinión pública nuestros argumentos. Basta ya. La crítica, aunque dura, no puede lixiviar ni un hilillo de bilis. Queremos escuchar proyectos, alternativas, ideas, refutaciones, propuestas ciertas… ¿Ven? Sin darme cuenta he ido a parar al “queremos”.
No represento a nadie, es verdad. Bastante tiene uno con representarse a uno. Pero ahí va mi mano de comunicador, si es preciso remangarse por sosegar el estanque. Hablo sólo por la boca de mi propio criterio, pero he conversado con decenas de personas que están al borde del vómito. Yo exijo, pues, que se detenga esta tensión creciente y que los aspirantes a gestionar la región se comporten conforme exige esa responsabilidad. Y si no que los vote Rita, en el caso de que no sea la primera espantada, porque afortunadamente hay otros mundos en las papeletas electorales, y están en éste.
