Natividad Cepeda.– Mi entrañable Eugenio Arce Lérida, escribir sobre ti es recorrer lindes de caminos en el transcurso de los años entre ese transitar con trazos alegres y también algo tristes, porque la vida, tú bien lo sabes, es un lagar con sabor a misterio. Porque todo es andar recorriendo la senda con el sol al saliente en la infancia y al poniente cuando hacemos planes mirando esas tardes bellísimas de nuestros ocasos. Y escribimos en los papeles inmaculados sin letras ni grafitos todo lo que soñamos, todo lo que ansiamos, todo por lo que luchamos para alcanzar los sueños dentro del laberinto de los meses y años.
Apenas si nos damos cuenta de cómo se marchitan los días en la danza continua de las duras jornadas del trabajo. Y vamos tejiendo un tapiz de ilusiones cuando damos la bienvenida a otras vidas, tus hijas y las mías que se hicieron mayores al tiempo que nosotros envejecíamos. Si, ya sé que no es lícito escribir envejecer, no es actual, ni está bien visto afirmarlo, pero no admitirlo me desconcierta y abruma pues no conozco atajos para volver atrás y descumplir años. Ni tampoco quiero hacerlo.
Contigo descubrí tu pueblo, Santa Cruz de Mudela, y la noche de los Encuentros Poéticos Villa de Santa Cruz en la Casa Palacio con la Asociación de Viento solano… Pasé acompañada de las bellas musas santacruceñas y la noche se tornó griega gracias a las deidades que tú, Eugenio Arce, nos regalabas al invitarnos a los poetas que invitabas e invitaban. Recordar es vivir aquello tan hermoso que es la amistad sin otra inquietud que abrazar el momento y escuchar, sin oírlo, el latido caliente de la sangre en el pecho.
Porque la vida vuela tan rápido y fugaz que nunca nos saciamos de bebernos esa esencia que nos hace crear palabras hechas música, tú las has creado y concebido a pesar de no darte plata para ganarte el pan de cada día. Sentimos ese amor que nos hace escribir un verso que apenas si es rumor de las hojas caídas, casi nada, un susurro del alma, un temblor en la piel y nace el poema y estalla cual primavera en flor aunque sea invierno a nuestro alrededor.
Eugenio Arce Lérida, me alegra que vivas tu homenaje con los poetas que queremos darte algo de lo que de ti hemos recibido, y que en ese bulevar de palabras, encuentres alas para volar en este mes de junio. Luego cuando pase la noche y a solas nos recuerdes quedaremos contigo en la infinita ruta de los libros de versos, de tu legado, poeta de mi tierra. Se irán las palabras después, en soledad, a buscar las estrellas y para retenerte abriré tus poemarios y me sumergiré en ellos. Lo demás es continuar marcando lindes por esos lares nuestros y seguir marchando en caravana este verano ganando batallas cotidianas sin perder la esperanza.