Jesús Millán Muñoz.- Desde hace generaciones, algunos lo retrotraen a los primeros tiempos de la capitalidad en Madrid, se habla si se puede ser creador o investigador cultural en provincias.
Ahora, según los recovecos y círculos culturales existirían tres grandes centros culturales, desde lo que podríamos denominar la geografía cultural o geocultura: las provincias, personas que laboran el cobre y las palabras y su saber, en provincias, con pequeñas diferencias si es en capitales provinciales o ciudades de alta densidad poblacional o en localidades más pequeñas.
En esta clasificación las personas que entran en el grupo de las Academias y de las Universidades, aunque estén en provincias o en localidades de suficiente población, estas personas y sus producciones culturales, van por otros derroteros, se consideran que laboran en el mundo de la universidad y del saber ortodoxo.
Ahora se ha creado y criado, ya con suficiente madurez, más de cuatro décadas, otros centros que son las capitales regionales, dónde se bate bastante dinero en los lagares del poder regional. Con lo cual, se puede indicar que es un nuevo centro cultural de importancia. Suponemos si este vaivén histórico político continúa del mismo modo, que no parece que vaya a suceder lo contrario, pues las capitales regionales irán teniendo más importancia.
Y, por último las grandes capitales políticas y económicas del país, y, por tanto, también culturales, que entrarían dos especialmente, Madrid y Barcelona. Algunos siempre la reducen a una, la capital de la corte, a la que durante generaciones han ido arribando cientos de personas que querían tener un lugar en algún campo cultural, económico, social, político, religioso, etc. Cierto es que en estos momentos, y, la palabra momentos es en este contexto, en estas décadas, ya Madrid no es solo el rompeolas de todos los escritores o pintores o artistas o músicos. No cabe duda, que en otras grandes ciudades de la Península Ibérica se han formado grandes carreras en esos campos.
Todo lo anterior, nos sirve para centrar el lugar de la cultura de provincias, en las mismas provincias, en las mismas capitales regionales, en las grandes capitales del Reino o del Estado. ¿Dicho de otro modo, qué pinta una exposición de arte o una presentación de un libro realizado por alguien que vive en provincias, en el contexto total de la cultura…?
Es como muchos piensan, lo puedo indicar de forma afirmativa o interrogativa, es solo un producto de un deseo y pasión de alguien, un poco de vanidad y quizás algo de soberbia, y, algo de terapia para curar quién sabe qué, para ocupar un lugar en la jerarquía cultural de dicho lugar. Pero que posiblemente, nunca llegará más allá, a no ser, que sirva como presentación para que las puertas de Madrid o de Barcelona se le abran…
Algunos se preguntan, en los periódicos con sección cultural o revista cultural, cuántos acontecimientos culturales de provincias se promocionan o se hace una crónica o artículo o cita. Alguien dirá, tenemos ejemplos de la segunda mitad del siglo veinte, de autores y autoras, que desde provincias llegaron a lo máximo. Pero olvidamos las especialidades condiciones históricas de esos tiempos, y, olvidamos, que por ejemplo, Delibes fue enseguida seleccionado con un Premio importante y con una editorial en Barcelona, con sombras y poder en todo el Estado y un poco más allá. Por poner solo un ejemplo.
Alguien si triunfa en Madrid, Cela, después te puedes ir al rincón más alejado del centro. Porque ya la voz de ese ser, ya se oye en cualquier lugar. Es más, quizás es bueno alejarse de las fiestas culturales del centro de las capitales culturales y económicas y sociales. Es bueno alejarse de ese centro para tener distancia, silencio, horas de trabajo, no tener gran agenda de compromisos de todos los tipos, para mirarse en el espejo interior de uno mismo, y, quizás hacer surgir la gran obra…
¿Pero qué decimos o qué hacemos con los cientos y miles de personas, autores y autoras, en todas las artes y en todas las disciplinas del saber, que se pasan uno o diez o treinta o cincuenta años de su vida batiendo el cobre de los colores, las palabras, las ideas, las imágenes, los conceptos, los movimientos, o lo que sea… y, algo se les reconoce su labor, pero todos saben que su fin, es será la pérdida y la destrucción de su producción, posiblemente, sus inéditos se irán perdiendo en varias generaciones de descendientes, lo fijado en imprenta o semejante, dormirá el sueño de los anaqueles de alguna biblioteca o bibliotecas, con un futuro imprevisible en el tiempo…?
¿Qué hacemos con esas miles de personas de provincias, hombres y mujeres, que han estado buscando trozos de realidad y verdad y bondad y bien con algún arte o saber o disciplina cultural…?
¡Por no saber, ni siquiera sabemos cuántas personas existen en estas situaciones, en pleno siglo veintiuno en la Europa del mayor desarrollo cultural y económico del mundo, existen miles de personas que se dedican a la autoría cultural, sean mejores o peores, y, ni siquiera sabemos o conocemos cuántas existen, cuántas han existido en el siglo veinte, cuántas en estos momentos…! ¡Y, nosotros los europeos somos los cultos cultivados culturalmente…!