Posiblemente estemos condenados a la reinvención. Como una cosa es inventar una maceta cuadrada y otra un nuevo sistema que sea capaz de llegar al punto E del equilibrio perfecto, la condena a la invención -o reinvención- puede resultar más ardua de lo previsto. La huelga general del 29-S, como las movilizaciones europeas que coincidieron en esa jornada, son una reacción frente al fantasma neoliberal que se cierne sobre Europa. Ese es el magro del filete. Inquieta más la defunción anunciada (?) del modelo socialdemócrata que la caída del sistema comunista, cuyo estruendo aún se escucha, sordo pero constante, en la desconcertada casa de la izquierda.
Cuando el capitalismo atroz estuvo a punto de cumplir la profecía marxista de su propio colapso todos corrieron a apuntalarlo para que su visualiazación quedara cautiva en el limbo de la virtualidad. La caída del sistema socialista fue muy ortodoxa: desplome de gobiernos, revueltas populares, guerras entre vecinos, ejecuciones de dirigentes, sustitución del sistema y aparición de nuevos estados. La Historia escrita al viejo estilo. La crisis del capitalismo tuvo su propia simbología del derrumbe en las torres de Lehman Brothers. Hubo, sí, ataques monetarios que pusieron al descubierto países que ya no se pertenecen a sí mismos sino a compradores sin rostro, pero el sistema sobrevivió al infarto. Si el comunismo se descubrió inhumano; si la socialdemocracia, cara; si el capitalismo en su versión más clasista y acaparadora, se delató como un gigantesco agujero negro; si el anarquismo no es de este mundo por confiar un mundo perfecto a la mayor imperfección de la naturaleza -el hombre-; si el ecologismo político sugiere una vuelta a añorados paraísos perdidos… ¿qué queda? Se supone que los antisistema que tanto colorido dan a las calles con su violencia adolescente tendrán una alternativa viable. ¿Cuál? ¿Uno de los viejos sistemas reinventados? ¿Todos los habidos en un mismo matraz? Un sistema justo, al que todo el mundo contribuya y coparticipe, que reparta con equidad los recursos y la cultura y que a la vez garantice la libertad y respete los paisajes del Planeta, que sea asumible por todas las culturas, credos y razas…
¿existe? ¿Puede reeditarse un comunismo en libertad? ¿Una socialdemocracia por cuya caja pase todo el mundo sin excepción? ¿El sistema anarquista de una humanidad nueva? ¿Un capitalismo frugal y solidario? ¿Un sistema profundamente democrático gestionado por los más sabios, tolerante y pacífico en la multirreligiosidad o en la arreligiosidad es posible? ¿Cómo se teoriza, se implanta y se goza? Y lo que es más importante, ¿cómo se llega? ¿Por las bravas o por las paces?
La huelga general del 29-S fue sólo un pálido reflejo. Es el sistema, estúpido. Está por inventar un sistema que se atempere y avenga con lo más viejo del mundo: la indomeñable condición humana. Un imposible.