Ahora que estoy aquí sentado, si echo la vista atrás, me doy cuenta de lo equivocado que estaba en cosas que tanto critiqué. Por ejemplo, cuando prohibieron el botellón en los jardines del Torreón y se llevaron, andando, a los chavales al Inem. En su día pensé de aquello que fue una cabronada, obra de algún mendrugo y ahora entiendo, ya con la cabeza sentada, que fue una decisión con gran visión de futuro.
Quiero dar merecidas gracias a Zapatero. Gracias, sus señorías: Gil-Ortega, Bono, Barreda, Aznar y Rosa Romero, gracias por todo lo que han hecho por la economía.
Ahora cojo las llaves y un chusco de pan, la cartilla del paro y mi abrigo, corro a la cola del Sepecam y allí están todos mis amigos.
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