¿Cómo quitarse el rencor del alma?

Jesús Millán Muñoz.- ¿Del alma y del cuerpo y de la carne y del recuerdo y del alma, cómo quitarse el rencor, la inquina, el odio de lo más profundo del ser…?

Los articulistas de opinión, les ha dado y dejado la sociedad que hablen de cualquier tema, siempre dentro de los límites del sistema jurídico y de la moral tradicional o social mínima y de los derechos humanos. Este es su papel, y, por eso, digamos que la sociedad los tolere. Tienen la obligación de tratar, unos de unas cuestiones y otros de otras, de cientos de temas y preguntas y datos y argumentos que pueden estar o ser novedosos o no ser actuales, o ser intemporales. Porque qué más importante es la tortilla de patatas, es decir, comer todos los días, la economía, y, eso sucede en cientos de cuestiones, afectan a cientos o miles de personas, y, quizás, no encuentren, en ningún lugar algo que hable de ello. Esa es una de las funciones del articulismo de opinión.

Este es un tema, según el título, enormemente complejo, que pocos columnistas se atreven a tocarlo, a lo sumo, dentro de otras temáticas, insertan una frase como si fuese una aceituna en una ensalada. Pero esta es una cuestión que hay que hacerse, ¿si a nivel individual, colectivo, social, parte de la sociedad, está o siente o dispone de inquina y rencor y odio y maledicencia y, todos los tonos y matices y dimensiones de esta realidad psicomoral y psicosocial contra sí mismo, contra otras personas concretas, contra otros grupos sociales, otros grupos ideológicos, etc.?

Interrelacionada con la cuestión anterior estaría la siguiente pregunta: ¿En muchos individuos no se pueden entender sus actos y actuaciones y palabras contra si mismos o contra otras personas, si no fuese por ese odio e inquina y rencor que tienen y disponen sobre sí mismos, sobre  otras personas, otros colectivos, otros grupos, otros estratos sociales, otras ideologías…?

También es más, ¿quizás, nuestra sociedad, poco a poco, sin darnos cuenta, se están polarizando/radicalizando/escorando grupos, partes de dicha sociedad cada vez más amplios y más amplias contra otros grupos ideológicos o sociales o culturales o metafísicos o económicos o…?, ¿y, se está cayendo en este tipo de actuación psicológica y psicomoral sin darnos cuenta…?

Interrelacionado con esto, estaría otra cuestión: ¿cómo cada individuo, cada grupo social, cada sector ideológico tiene o tendría que buscar herramientas para irse curando de ese dolor tan profundo, de esa herida, de ese trauma que le ha llevado a esa inquina, rencor, temor, angustia, pena, maledicencia, etc.?

Cómo verán, no estamos tratando, en este artículo tan difícil de abordar, no estamos tratando si un individuo dentro de un grupo social o entidad social, lleva razón o no, si se le ha hecho más injusticia o más iniquidad que a otro, si se le ha causado más dolor o herida o trauma profundo que a otro o que otros, si la sociedad y la historia no le ha compensado, ni le ha curado esa herida… sino estoy indicando y tratando, el rencor y el odio y la inquina que pueden sufrir unos individuos consigo mismos, que después se proyecta en otros o contra otros, o sentir contra otros, o grupos o colectivos de unos individuos contra otros…

Estamos tratando, primero, si esto es realidad, preguntamos, y, si es realidad, creo que nadie lo negará, si está aumentando esa inquina y ese odio y ese rencor, quizás larvado en una persona, quizás se haya transmitido de una generación en otra, a través de una familia o varias familias, o, quizás un odio de un grupo contra otro, de un sector social contra otro, o de un grupo cultural o ideológico o metafísico contra otro…

La pregunta sigue en pie, ¿cómo podemos ir curando ese rencor o ese odio o esa maledicencia o esos traumas o esas heridas profundas, de existir o si existen, como curarlas, atenuarlas, reducirlas, ralentizarlas, disminuirlas, suavizarlas, sobrellevarlas, atemperarlas…?

¿Cómo hacer todo lo anterior, y, no como parece ahora, en algunos individuos y en algunas entidades sociales, que parece que lo que están intentando es que crezcan, es que se vayan anquilosando y horadando aún más las heridas, y, el pus se vaya transmitiendo más, vaya aumentando…?, ¿y, esto como hemos indicado y preguntado, sea en individuos, sea en colectivos, sean en entidades sociales de diverso tipo, sea en partes de la sociedad, etc.?

En ochocientas palabras, como dura un artículo de opinión y literario, no puedo expresar más. Solo le dejo a usted, estas preguntas y otras, para que reflexione, y, para que busque maneras y formas de irse curando sus heridas, de ir disminuyendo sus odios, inquinas, rencores, maledicencias, temores, terrores, heridas profundas, traumas y todo ese complejo negativo que los humanos sufrimos. Unos serán por unos temas, otros serán por otros, en unos tiempos o en otros…

¡Solo les puedo indicar, quieran a sus hijos y sus nietos, quiéranlos que no hereden los traumas y heridas e inquinas y rencores e iniquidades que pudieron sufrir ustedes o sus abuelos o sus bisabuelos, curémonos de las heridas…!

¡Dicen, que Pío Baroja, al ver, una columna de militares en el año 1936, dijo: “el odio durará cien años”! ¡Bien haríamos en curar y curarnos todos y en todo, todos en todos…! ¡Paz y bien…!

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