Cuando uno se zambulle en la vida de quienes más ama, se arriesga a descubrir el dolor que sufren. Aprendes que las capas de la piel se vuelven tan finas que llegan a desaparecer, tan delicadas que pueden atravesarlas unas simples gotas de agua. Ya nada es igual, y no eres capaz de regresar a ese punto en el que no sentías su miedo, su sufrimiento y en el que no eras consciente de la falta de oxígeno en sus pulmones. Te miras al espejo y piensas que te quedaste quieto, inmóvil, y que no hiciste nada para luchar contra ese enemigo que los devoraba por dentro. Creo que es simplemente pánico al futuro, un método de defensa para no asumir nuestra parte de responsabilidad.
Reconozco que entonces, en aquel pasado, mi corazón se quedó atascado, buscando la esperanza en un tarro de promesas que no se cumplieron y que probablemente eran imposibles de hacerse realidad. Ahí surgió la idea de escribir «Pasó el tiempo y no me di cuenta». Un libro que ansía dar visibilidad a esta enfermedad que destruye ilusiones y corroe todo lo que toca. Sí, es duro decirlo así, pero es tan real como cruel. El «Cáncer» pasea a nuestro lado, y muchas veces no mencionamos su nombre por superstición de que aquello que no oímos, no vemos o no percibimos, no existe. Pues, os aseguro, que es todo lo contrario. En mi caso, ha sido así.
Navegando por los sentimientos de la protagonista, he aprendido lo complicado que es. Desde el choque emocional que supone el diagnóstico, pasando por mil etapas intermedias, el mundo que te rodea torna en una paleta de colores que no cumple con las reglas establecidas. Nada es igual y la mayoría de las cosas suceden en tu yo interior; debates en los que nadie sale vencedor.
Este libro solo habla de eso, esperanza, pero contado desde ese lugar íntimo que no sabe si avanzar o retroceder.
Sé que este paseo no es divertido, ni lo pretendía, pues solo deseaba mostrar lo que Carolina, la protagonista, viviendo decenas de pieles diferentes en ella misma, nos puede ofrecer con su lección de supervivencia. En la mayoría de las ocasiones preferimos no enfrentarnos cara a cara.
(Basada en hechos reales) Gracias a todos los que colaboraron para dar visibilidad a esta enfermedad.
«La brisa trae consigo el aroma a tierra húmeda, impregnada de las lágrimas de los seres queridos que batallaron contra un enemigo cruel»
—Sin palabras mudas—
Julián García Gallego
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