Jesús Millán Muñoz.- Todo el mundo se esfuerza para conseguir una serie de fines y por una serie de motivos, pero hoy hemos olvidado que se necesita el esforzarse moral y éticamente…
Nada hay en el mundo o casi nada, que no se tenga uno o varios motivos o causas y que tenga uno o varios fines o metas o finalidades y que se consiga con uno o varios métodos. Todo o casi todo en el mundo humano se organiza de ese modo: motivo, medios, fin. Sea aprender a conducir un vehículo, obtener un trabajo, buscar una novia/o, comprar una casa, escribir un artículo periodístico.
Pero quizás, los humanos actuales, en parte o en gran parte o en media parte o en algunas ocasiones o en muchas ocasiones han olvidado y obviado que “actuar o hacer”, tiene dimensiones o variables, llamemos instrumentales, que son las que exigen diríamos ese acto o esa actividad –si uno va a realizar una comida, necesita una serie de alimentos, objetos, instrumentos, por eso denominamos instrumentales o útiles instrumentales-, y, otros que son éticos o morales –es decir, se realiza por y para un bien moral, no solo un bien alimentario-.
Todo acto, tiene una componente o variable o dimensión o área moral y ética. Conducir un vehículo se dispone de un instrumento mecánico, y, hay que realizarlo con una serie de reglas y normas de conducción y de seguridad vial, pero además, realizar esta finalidad o función exige una moralidad correcta. Olvidar y obviar y no tener en cuenta esta realidad humana, porque somos animales racionales morales –para muchos también espirituales o con alma inmortal-. No tener en cuenta la disposición moral y ética, es como quedarse “paralítico”, pero no paralítico físico, sino paralítico moral y ético. De todas formas aunque no quieras, siempre existe esa dimensión ética y moral.
Por lo cual, cada ser humano, una de sus fines o sus obligaciones, una de las más importantes de y en la existencia es esa búsqueda de una “ética y moralidad correcta”. Entendemos ética como el conjunto de conceptos e ideas que buscan cual debe ser la conducta moral correcta, a nivel teórico. Denominamos moral, las normas y conceptos e ideas, de una conducta práctica o en la práctica lo más correcta posible, teniendo en cuenta, circunstancias, situaciones, y, la teoría anteriormente que hemos indicado.
Y, existe un tercer nivel, que podríamos denominar “ascética de la ética o ascética de la moral”, en un doble componente teórico y práctico, que “es cómo una persona se tiene conducir o ser conductor de su realización moral”. Dicho de otro modo, recordado a Tomás de Aquino, santo y filósofo y escritor y teólogo, una cosa es saber que tienes que ir del punto A al punto B, pero desde el punto A al punto B tienes que recorrer un camino largo, saber cómo tienes que ir, cómo conducirte, como recorrer ese camino, en qué fondas o ventas o paradas o restaurantes puedes dormir y alimentarte, etc.
Los humanos actuales, muchos/algunos humanos actuales, hemos perdido muchos de estos tres puntos de vista o de orientación o de búsqueda o de finalidad. En este recorrido por el articulismo hispánico y español de la Península Ibérica, este viaje que estamos haciendo por el columnismo de opinión y personal y literario, que tantos nombres tiene, me voy fijando también en algunos autores, en algunos artículos de algunos autores, de estos tres últimos siglos. Y, hoy ha tocado al escritor, presbítero, poeta de larga trayectoria, articulista notable, pero que yo creo que por ser precisamente sacerdote, se le han cerrado muchas puertas de forma injusta en los palacios de la cultura, llamado Valentín Arteaga, de nacimiento la Mancha, de destino, el mundo.
Redactó un artículo titulado: La Rebelión de los Místicos, que vio la luz del sol y de la luna, en El Periódico del Común de la Mancha –desconozco fecha y día y mes y año y hora-, en el cual nos combina y nos mezcla y nos relata aspectos del corazón humano, porque de qué habla la ascética y de qué la mística sino del corazón humano.
Hace unas décadas, tantos pies y cabezas marcharon al Lejano Oriente, para buscar la meditación y la salvación, no dándose cuenta que a unos miles de metros, miles o decenas de miles de metros, existía un convento o monasterio, en el cual desde hace siglos están buscando lo mismo, sin tener que haber ido tan lejos. Están buscando la interioridad, el estar consigo mismo o el habitarse a sí mismo o el conocerse a sí mismo, grito y axioma del gran Benito de Nursia, entre otros fines y causas. En esos lugares dónde se imparte, heredado de siglos ascética y mística y ética y moralidad. Hagamos una llamada que tanto que usted viaja y tanto que usted está perdido en sí mismo, vaya a un monasterio durante unos días, que le permiten, y, quizás, entienda y se entieda mejor en su corazón…
Pero no hay que alejarse miles de metros, cerca de su casa a unos cientos de metros, existen iglesias o templos donde puede usted beber de las fuentes y los mares y los lagos y los ríos y los embalses y los pozos de una moral y ética y ascética que ha sido probada y limada y comprobada durante siglos.
Quizás, cada mañana oiga el sonido de sus campanas, quizás perciba la sombra de su torre con campana y con cruz. Acérquese y aprenda moral y ética y ascética. Acérquese también a leer a Valentín Arteaga, que injustamente, está un poco/demasiado olvidado en la cultura oficial de nuestro terruño pentagonal o rectangular… Paz y bien y bondad, paz y bien y bondad que tanto necesitamos…