La Ruta de la seda, es una de las rutas más conocidas y legendarias que se recuerdan. De ella dio cuenta el explorador veneciano, Marco Polo, quien la recorrió a finales del siglo XIII. Aunque las rutas del conocido Camino de Santiago, ya discurrían por España y Portugal, cuatro siglos antes. Según cuenta la leyenda, el inicio del camino se produjo cuando en el siglo IX, el humilde ermitaño Pelayo, encontró el cuerpo del apóstol Santiago.
Desde entonces, y por las distintas rutas que hoy surcan la península ibérica, los numerosos peregrinos cristianos hacen un largo recorrido para poder venerar el sepulcro del apóstol y obtener sus bendiciones. El destino final era Compostela —al que da nombre el enigmático campo de las estrellas como era conocido en aquella época—, un lugar casi mágico en el que hoy se alza la imponente catedral de Santiago de Compostela.
Aunque son las rutas comerciales las que más ha utilizado la humanidad. Además de la citada Ruta de la seda, ha habido otras como la de las especias o la del incienso, a las que da nombre la mercancía más valiosa con la que se comerciaba. Hay otras a las que dan nombre sus itinerarios. Como La Ruta triangular, —entre Europa, África y América—; la del comercio musulmán; o la conocida Ruta del Galeón de Manila, que unía en el periodo colonial español, México, Filipinas y Europa.
A estas grandes rutas hay que añadir otras de ámbito nacional. Como la conocida Ruta 40 de Argentina, que atraviesa el país americano de sur a norte, a lo largo de cinco mil kilómetros de recorrido. O la mítica Ruta 66 de EE. UU., conocida por las numerosas películas que se han rodado en su itinerario y que recorre, durante cuatro mil kilómetros, el país norteamericano de Este a Oeste.
Además de estas rutas, existen otras, las temáticas, que son de menor extensión y acotadas en un espacio regional. Como la Ruta Romántica en Alemania o la de Napoleón en Francia. De este tipo de rutas tenemos en España la más que conocida Ruta del Quijote, un recorrido turístico y cultural que transita por numerosos pueblos de las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Albacete.
El pasado día 12 de abril El País de El Quijote presentó en la oficina de Turismo de Castilla-La Mancha en Madrid, la Ruta de Ensueño, con la que se ofrece un viaje singular por la extensa llanura manchega. Este recorrido incluye los municipios de Argamasilla de Alba, Alcázar de San Juan y El Toboso. Un itinerario que se encuentra en pleno corazón de la Mancha y, por ende, de la universal obra cervantina, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
No se trata solo de canalizar el tradicional viaje turístico a esta tierra. Se pretende iniciar una nueva etapa en la que la oferta turística integre plenamente literatura, patrimonio, naturaleza, cultura, gastronomía y sus exquisitos vinos. Y que lo haga con el bagaje que proporciona la experiencia de estos representativos pueblos, que invita al viajero actual a un turismo moderno, pero auténtico; sugerente y polifacético, pero sostenible.
En Argamasilla de Alba, se puede visitar la conocida Cueva de Medrano, donde estuvo preso Cervantes en la que pudo concebir un personaje universal que puso a la Mancha en el mundo. Además se puede visitar la Rebotica de los Académicos, o el emblemático Castillo de Peñarroya, que abre las puertas a uno de los humedales más importantes de esta tierra, las Lagunas de Ruidera, que forma parte del exclusivo catálogo de parques naturales de España.
Alcázar de San Juan es el municipio más importante de la zona, que fue cabeza del Priorato de San Juan. El Conjunto Palacial incluye la Iglesia de Santa María donde existe una partida de nacimiento atribuida a Miguel de Cervantes. Cuenta con un Museo del Hidalgo, en el que se recoge como era la vida de estos nobles en la Mancha, que inspiraron a Cervantes, su inmortal personaje. Son visitables también sus molinos, iglesias y conventos, entre otros monumentos.
El Toboso, patria de Dulcinea y del amor universal, nos ofrece un recorrido por sus sinuosas calles y recoletas plazas que evoca la inmortal obra de Cervantes. En ellas vemos inscripciones de pasajes de la obra de cuando Don Quijote y Sancho visitan esta villa. Visitas obligadas son sus casas solariegas, sus ermitas, su Iglesia Parroquial o el Monasterio de las Monjas Trinitarias; el Museo Cervantino, el del Humor Gráfico, o el de la Casa de Dulcinea.
En todas las localidades manchegas que integran esta ruta, hay que destacar los numerosos actos culturales que se organizan, tanto por entidades privadas como públicas; su exquisita y variada gastronomía; y la gran diversidad y calidad de sus vinos.
Decía el ingenioso hidalgo, “la belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte”. Y eso es lo queda en esta tierra, el arte inmortalizado por su mejor embajador, don Quijote de la Mancha.