Jesús Millán Muñoz.- No vamos hablar aquí de El Hombre solo de Mingote, aunque hagamos referencias inconscientes, pero el ser humano tiene que aprender a vivir en compañía y sociedad y en soledad.
Somos esa doble realidad, unas veces, la soledad nos vendrá sin buscarla nosotros, otras veces, deseándola nosotros. Unas veces o ratos o momentos ansiamos una realidad, otras veces, otra. El ser humano es un ser biológico y psicológico –algunos piensan que también tiene alma-espiritual inmortal- complejo y simple y ambas cosas. Además de social y cultural y en la Naturaleza y metafísico…
Pero quizás, nos enseñan a vivir con otros y junto con otros, generalmente, en una familia –socializar, se dice ahora-, aunque no todos, y, al mismo tiempo, no nos enseñan suficiente a vivir con nosotros mismos. Siempre ha sido este un problema de la realidad humana. Pero durante siglos, un hombre estaba en el campo, generalmente horas y horas, generalmente solo y en soledad, y, por tanto, le daba tiempo a que su interior fluyera a su exterior, su mismidad más profunda a la exterioridad de su ser, y, por consecuencia le daba tiempo a pensar, meditar, reflexionar, orar, dolerse de actos o ideas del pasado. Se iba curando a si mismo.
Ciertamente, también trabajaba con otras personas, en grupos, según las épocas del año, según las circunstancias, según las realidades del yo. Porque cada yo, es individual, y, cada yo es su historia. Aquel axioma: “nunca habrá otro ser como tú”, todos somos iguales en lo esencial, pero diferentes en aspectos biológicos, genéticos, fisiológicos, sociales, culturales, históricos, etc.
Y, ahora se complica aún más, percibes a las personas, más de la mitad van con los móviles, hablando/escribiendo con ellos, pocos y raramente, miran el paisaje urbano, se miran a sí mismos, todos están entretenidos con el viaje interior de las ondas electromagnéticas. Ha cambiado el paisaje, supongo que irán cambiando los hombres, si el fuego hizo cambiar el cerebro, al cabo de muchas generaciones, el móvil y lo que venga después de éste nos cambiará también el encéfalo.
Según el INE, a 01 de enero del 2021 cinco millones de personas viven solas en España. Lo que se denominan hogares unipersonales. Según el monstruo de Internet, una de cada cuatro personas en el mundo se siente sola –no acabo de comprender o entender, que hay diferencia entre vivir solas y sentirse solas, pero esto lo dejo para que usted realice las investigaciones pertinentes-.
En España existen 4.849.900 personas viviendo solas en el año 2020. No continúo con las cifras por edades y por géneros –antes se denominaba por sexos, quizás palabra menos fina, pero más inserta en siglos de evolución, sin entrar en las connotaciones que significan utilizar un término o vocablo o palabra u otra, no solo en este tema sino en todos…-.
Supongo que las realidades serán muy complejas y difíciles, no será lo mismo la persona sola que ha perdido a su conyugue, hombre o mujer. No será lo mismo si vive sola pero tiene a algún hijo o algún nieto, que siempre puede llamarlos y existe un cordón umbilical psicológico profundo o menos profundo. No será lo mismo si el hijo o hija o nieto o nieta existe en la misma ciudad o en la comarca. No será lo mismo si vive sola o solo y no ha tenido hijos. No será lo mismo si ha tenido uno o varios desamores que han terminado en esa posición. No será lo mismo si siempre intentó encontrar una pareja para tener un hijo o una hija y la realidad no fue posible. No será lo mismo…
Pero estimado lector/a soy un modesto articulista de opinión, de los que se llaman literarios o de opinión personal, no de análisis de datos, ¿qué puedo aportarle yo a usted en este tema? Lo primero, modestamente, que empiece a acostumbrarse, a tener algunos hábitos de vivir y existir consigo mismo, vivir consigo mismo, habitarse consigo mismo, saber vivir con uno mismo, según el grito y axioma del patrón de Europa, uno de ellos, Benito de Nursia, santo, también es patrón de Europa, santa, Edith Stein, filósofa y judía y mártir y carmelita de Teresa de Jesús.
Ir empezando a tener formas y maneras y actos y tiempos y hábitos de empezar a vivir solo/a, aunque exista en una casa con diez hijos e hijas y el conyugue pertinente. Y, si llega esa situación de vivir en soledad y sola, un tiempo cada día, que cierra su puerta, y se encuentra en el silencio de sus pensamientos y de su soledad y de sus recuerdos. Intente vivirlos en paz. No caiga en la desesperación, ni en la angustia, ni en la pena en grado máximo.
Piense que muchos seres humanos viven en situaciones de guerra, hambre, conflictos de mil modos, en situaciones de hospitales, carcelarias, y, mil otras maneras. Y, no encuentran la paz de estar en soledad y solo o sola. Piense que también es una realidad humana que tiene que vivirla positivamente. Dentro de su casa puede realizar cosas diversas, dentro de su ciudad y pueblo, también. Y, puede juntarse con otras personas, para realizar distintas actividades…
Existen según el INE dieciocho millones de hogares en España, también hay que decir, que existen personas que dentro de esos hogares, con una o dos o tres o cinco personas, también, existen tiempos de sentirse solas y en soledad.
A esas personas, les decimos lo mismo. Pero no olvide que este escribiente es un modesto articulista escritor de opinión, no es sabio, ni experto en este tema, ni en otros. En esto el consuelo del Buen Dios, es un instrumento a tener en cuenta. Cuándo algunos desean que la sociedad se convierta en atea o agnóstica, también deberían pensar en los millones de personas que están solas, y, que la idea o realidad o concepto del Buen Dios, puede ser una buena almohada en la que llorar y apoyarse. Paz y bien.