En el siglo IV antes de Cristo, en los banquetes en Grecia, el anfitrión, mostrando su copa a los invitados, libaba para asegurarles que el vino no estaba envenenado. De aquella época ha quedado la costumbre de brindar, término que viene de bring dirs y significa «yo te lo ofrezco».
Cada vez que Barreda organiza uno de sus saraos, en teoría para promocionar el vino, por supuesto con cargo al impuesto que en Castilla-La Mancha los viticultores pagan al Fondo de Promoción vitivinícola, al igual que los anfitriones griegos, se marca un brindis, que debe hacer recordar a los asistentes aquellos brindis envenenados que, si no les matan, sí que les corroen las entrañas.
Es increíble que Barreda se atreva a brindar a los vitivinicultores una OCM del vino que ha llevado a que se hundan los precios de la uva a niveles de hace 30 años y de la que se han perdido 17,6 millones de euros porque no han sabido gestionarlos; o les brinde un plan de apoyo al viñedo de secano que ha sido un rotundo fracasado; o les brinde planes de financiación que no llegan al sector; o les brinde Fundaciones que dedican el dinero de los viticultores a viajazos de lujo asiático de sus altos cargos.
Pero, si increíble es que brinde por sus fracasos, inadmisible es que, hasta en seis ocasiones, votase en contra de una destilación de crisis, e indecente es que, sin ni tan siquiera contar con el sector destilador, haya apoyado ampliar la destilación para usos de boca de dos millones de hectolitros de vino, medida que, aunque su Consejero de Agricultura se empeñe en decir lo contrario, ha sido un auténtico fracaso que no ha hecho más que complicar la situación, ya que bodegas y cooperativas, no podían firmar contratos con precios que estaban muy por debajo del precio de referencia.
Con la destilación de crisis que pedía todo el sector, al salir el alcohol del mercado alimentario y destinarlo a usos industriales, se podrían haber agilizado los mercados e incrementado las cotizaciones del vino; mientras que ampliar la destilación para usos de boca lo que induce es a bajar los precios del alcohol para aguardientes y destilados y a sobresaturar el mercado, pero, como es su costumbre, Barreda a nadie hizo caso.
Sabíamos que la tibia medida de ampliar la destilación de alcohol de uso de boca lo único que podría conseguir era transformar «excedentes de vino» en «excedentes de alcohol», pero él lo que busca siempre es dilatar el problema en el tiempo esperando que otros lo resuelvan.
Los cientos de brindis y promesas de Barreda, que solo sirven para engatusar y dar titulares a los medios, pero que nunca llegan a dar soluciones, recuerdan al célebre cuento de Cervantes incluido en su obra La Gran Sultana. En dicho relato, el pícaro Madrigal, pretendía salvar su pellejo por las fechorías cometidas, prometiendo al Sultán que en diez años enseñaría a hablar a su elefante. Cuando le dijeron que si le descubrían en el engaño le matarían, él respondió: No hace al caso. Déjame agora vivir, que, en termino de diez años o morirá el elefante, o yo, o el turco.
¿Creerá el pícaro Barreda que estamos esperando que el elefante hable?