La sombra tiene un componente de poderío plutócrata y el solano se conjuga mejor con el pobre obrero que sofríe sus espaldas en la plancha de una jornada interminable. De ahí que sea mucho más fácil concebir a los miembros de un club de alto standing tomándose una copa a la sombra de un parapeto de sauces o de un amplio porche con vistas a un jardín cuidado al milímetro. El poder necesita del bienestar de la sombra más que de la ocultación en la sombra, que es la otra sugerencia que automáticamente genera nuestra malintencionada mente. Quienes manejan los hilos del mundo necesitan no ser vistos y por tanto se manejan en la sombra con una doble ventaja: no se hacen visibles y están comodísimamemte instalados, a salvo del soletón implacable y proletario.
Ya se sabe lo temerario que puede resultar tomar una decisión con el astro rey justo en la vertical exacta, en ese punto sin sombra, precisamente. Cuando los señores de la sombra se ponen al sol lo hacen encelofanados con una película de dos centímetros de cremas carísimas, en las playas privadas de sus propias ciudadelas guardadas por mastines de cuatro patas, y también de dos piernas y un cerebro ajustado a las circunstancias. A mi lo del Gobierno Mundial en la Sombra me parece una ligereza especulativa a bote pronto, pero tan pronto como doy un bote, comienzas a pensar que a lo mejor no es tan descabellado como parece. No hace falta detenerse en la Cita de Sitges de los señores caballeros y ministros plenipotenciarios, en cualquier comunidad autónoma, provincia o región hay clubes selectos y transversales de la política, la empresa (la construcción, la hostelería, los viñedos y las bodegas, con especial querencia), los medios de comunicación, y alguna que otra firma mediática, que suelen decidir cuestiones de altísima relevancia… para ellos y para la masa condenada al inclemente. Hay muchos clubes y están cerquita. Si uno rasca un poco comienza a invadirle la sensación de que la democracia -esta democracia- no es sino un remedo del Show de Truman. La luz, siempre la luz. Ya lo dijo un poeta que seguro no es el lírico de cabecera de nungún miembro de los clubes de las umbrías: siempre hay un rayo de luz en la lucha que deja la sombra vencida. Hay otra sombra, más austera, más húmeda, menos poética: la que apenas si se rompe por el rayo de luz que entra por la tronera y deja los barrotes pintados en la pared de la celda.Y la peor de todas: la falta de conocimiento, que es la sombra que mejor se vende, disfrazada de la riqueza y el bienestar colectivo, una bombilla escuálida de unos cuantos vatios. Menos mal que el SOL y su gobierno sale todos los días para todos. El SOL es el primer buen socialista, y quizá, el último.