Ya he citado la biografía de Gómez-Lobo elaborada por el profesor Julián López García, incluida en la obra Para hacerte saber mil cosas nuevas. Ciudad Real 1939 (Madrid, 2018). También Juan Carlos Buitrago Oliver alude a él en su estupendo trabajo Purgar al vecino: soberbia, codicia y venganza. La represión en una capital de provincia durante la Guerra Civil y la posguerra. Ciudad Real, 1936-1944 (Toledo, Almud, 2022) y presenta una biografía en la obra De la A a la Z. Los protagonistas de una larga Guerra Civil. Ciudad Real 1936-1944 (Ciudad Real, Serendipia, 2023). Contamos, además, desde julio de 2022, con una buena entrada en Wikipedia (https://es.wikipedia.org/) y con variadas referencias en la prensa nacional y provincial.
También se ha visto que la propaganda terrorista del general Queipo de Llano centra una de sus intervenciones ante el micrófono de Unión Radio Sevilla en su figura y en Ciudad Real. Injurias y mentiras son reproducidas al día siguiente por la prensa franquista y es presentado como “engendro de la naturaleza”, “abogado sin pleitos”, “hombre sin inteligencia”, “hombre inculto”, “verdadero monstruo”, “literato fracasado”… Nada más lejos de la realidad. Gómez-Lobo, por el contrario, es uno de los personajes más ilustres y más cultos de La Mancha en la primera mitad del siglo XX.
Arturo Pedro Gómez-Lobo y Mora –tal es su nombre completo– nace en Herencia el 31 de enero de 1883, a las diez de la noche, según se refleja en su partida de nacimiento. Tanto su padre, Laureano Gómez-Lobo, como su madre, Elvira Mora, son naturales de dicha población. Igual que sus abuelos paternos, Ignacio López-Lobo y María Teresa González Ortega, o maternos, Alejandro Mora y María Antonia García Peñuela.
Durante los cursos 1893-1894 a 1898-1899 realiza estudios de Bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Ciudad Real, perteneciente al distrito de la Universidad Central. Su expediente es discreto. Abundan aprobados, suspensos, aprobados en exámenes extraordinarios y repetición de asignaturas. Solo hay en él dos sobresalientes: Historia Natural y Psicología, Lógica y Ética. El 15 de junio de 1899, con 17 años, realiza el ejercicio de grado de bachiller de Letras y el día siguiente el de Ciencias. Obtiene en ambos la calificación de aprobado y el 24 de abril de 1900 el rector de la Universidad Central firma el título de Bachiller a favor de Gómez-Lobo (AHN, Universidades, 7235, exp. 17).
Cabe pensar que tiene su pensamiento en otro sitio, más que en los estudios, y dedica su tiempo a otras actividades. Por ejemplo, José Francés y Sánchez-Heredero (1883-1964) cita en la revista Vida Manchega (15-8-1912) publicaciones periódicas escolares editadas en 1899 por estudiantes, concretamente, Calinez, El Vizcaya y El Escolar, las tres de vida breve. Recuerda que una de ellas, pienso que la tercera, está inspirada por Arturo Gómez-Lobo, al que considera “mi gran amigo de ayer, de hoy y de siempre”. Además, aporta un detalle curioso: “y creo recordar que la tirada del primer número se hizo en pleno salón de la Audiencia provincial, donde al correr del tiempo había de sonar el verbo fácil y seguro del mismo Arturo Gómez-Lobo”.
Y es que Literatura y Periodismo están en su mente de forma permanente. Por eso, además de ejercer su profesión de abogado, las colaboraciones en prensa que salen de su pluma son frecuentes. En Ciudad Real, al menos, pueden verse artículos suyos en El Labriego (1880-1927), Mefistófeles (1907-1908), Diario de La Mancha (1906-1910), Vida Manchega (1912-1920) o La Tribuna (1892-1920). Y en Tierra Hidalga (1923-1924), de Almagro. Además, es director de El Seno de Abraham (1915-1916) y La Tribuna, entre 1916 y 1920. Pero sus colaboraciones se extienden por publicaciones periódicas de Madrid y otras poblaciones: Los Debates (Tortosa), La Correspondencia Alicantina, Éxodo (Valladolid), La Tarde (Toledo) o El Eco Toledano. Más otras editadas en Madrid, como Alma Española, La Esfera, La República de las Letras, El Cuento Semanal o La Reforma.
El primer artículo suyo que he podido ver es “A la noche” y lo publica en el periódico de Tortosa Los Debates (15-11-1900) y el siguiente, titulado “Nostálgica”, sale en La Correspondencia Alicantina (8-2-1901). En 1907 es redactor del diario El Labriego, según informa El Día de Toledo (27-4-1907), a las órdenes de su director, Ceferino Saúco Díaz.
Sus afanes periodísticos y literarios se unen en la revista Mefistófeles, antecedente de Vida Manchega, con un equipo de redacción compuesto por el director Joaquín de Zaldívar, Julián Morales Ruiz, como redactor jefe, José Cendrero de Arias, secretario, y Carlos de Zaldívar, administrador. La interesante revista tiene una impresionante nómina de colaboradores, formada, entre otros, por Antonio Heras Zamorano, Arturo Gómez-Lobo Mora, José Francés y Sánchez-Heredero, Luis Barreda y Ferrer de la Vega, Andrés González-Blanco, Gonzalo Gil, Jacobo Mejía Sánchez, José Subirá Puig e Isaac Antonino Vicente. En ella escribe un artículo titulado “Invitación” (Mefistófeles, 10-11-1907), en el que se muestra decidido partidario de la actividad artística: “Buscad el Arte, que él os dará los placeres más altos con la sugestión de su magia”.
Continúan sus anhelos en Vida Manchega desde 1912 y en 1917, cuando se constituye la Asociación de la Prensa de Ciudad Real, tras varios intentos, forma parte de la primera junta directiva (El Magisterio, Ciudad Real, 1-6-1917): José Balcázar y Sabariegos (presidente), Arturo Gómez-Lobo Mora (vicepresidente), Arturo Saúco Ardila (secretario), Francisco Herencia Mohíno (vicesecretario), Enrique Pérez Pastor (tesorero), José Hurtado de Mendoza (vocal), Pablo Vidal Carrero (vocal), Isidoro Barrientos (vocal) y Benito Valencia (vocal). Pronto ocupa la presidencia, aunque dimite a finales de 1920 (El Pueblo Manchego, 12-11-1920).
Suya es la iniciativa de poner en marcha el Baile de la Asociación de la Prensa, que despierta el entusiasmo en la gente joven y se celebra en el Ateneo (Vida Manchega, 25-2-1920). Pero su actividad en el mundo del Derecho y su boda en el comienzo de la década de los veinte, con María Catalina Muñoz y Maldonado (El Pueblo Manchego, 25-6-1921), tienen el efecto de hacer decrecer sus actividades periodísticas.