Hoy, 15 de mayo, celebramos el Día Internacional de la Familia, una fecha que fue proclamada como tal por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 47/237 del 20 de septiembre de 1993 con el objetivo de incrementar la concienciación a nivel gubernamental y social de todos los temas que tienen que ver con la familia y dar al núcleo familiar la importancia que tiene como unidad básica de la sociedad ya que es en su seno en el que nacemos, nos criamos, nos educamos y aprendemos a desarrollarnos como personas.
Pero, lamentablemente, las familias españolas no están en estos días para celebraciones porque no son buenos tiempos para ellas. España sigue ocupando los últimos puestos del ranking europeo en política familiar y de protección a la familia, por debajo de una veintena de países de nuestro entorno comunitario y muy por debajo de la media europea. Así, mientras en Europa se destina el 2,1% del Producto Interior Bruto a ayudas a las familias, en España tan sólo se destina el 1,2% y mientras la media europea en la ayuda por hijo es de 120 euros, en España es tan sólo de 27.
Esta no es una situación nueva, ni tiene sus raíces en la crisis ya que estos datos son similares en los últimos cinco años, antes del grave empeoramiento de la situación económica en España, que el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero no ha sabido gestionar, y que no ha hecho más que hundir aún más las economías familiares.
Porque, sin duda, son las familias las que están pagando en mayor medida los platos rotos de la nefasta política económica llevada a cabo por el presidente Rodríguez Zapatero, que ha sido incapaz de frenar la crisis a tiempo y cuyas medidas han supuesto un golpe tras otro para los ya maltrechos bolsillos familiares que han ido perdiendo poder adquisitivo y que seguirán perdiéndolo con la subida del IVA que entrará en vigor a partir del próximo mes de julio al mismo tiempo que Rodríguez Zapatero retira la ayuda de 2.500 euros por nacimiento de hijo, baja los sueldos de los funcionarios, recorta en medicamentos y congela las pensiones, entre otras drásticas medidas que han supuesto el mayor recorte en materia social de la historia democrática de España y que tendrán como principales víctimas a las familias de clase media, a las madres y a los pensionistas, que en muchos casos forman parte también de la unidad familiar.
Y en un día como éste no podemos olvidarnos tampoco, como no podía ser de otra manera, del millón doscientas mil familias que tienen a todos sus miembros en el paro y del millón de desempleados de más de 45 años, en su mayor parte cabezas de familia, que llevan buscando trabajo desde hace más de un año y no lo encuentran y de todas aquellas personas que ya han agotado su prestación por desempleo. Ni podemos olvidarnos de los cuatro millones seiscientas mil personas, mujeres y hombres, que engrosan las filas del INEM, que no son sólo cifras sobre el papel, sino que tienen nombre y apellidos y para las que estar en el paro supone una auténtica tragedia familiar.
Mención especial merecen también las familias del medio rural, que además de sufrir la crisis económica general vienen cargando a sus espaldas desde hace años con la peor crisis de la agricultura y la ganadería de las últimas décadas y que siguen luchando día a día a duras penas por intentar mantener sus explotaciones a flote.
En un día como hoy es preciso hacer un llamamiento al Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y denunciar que las familias no pueden ser las que paguen los platos rotos de una crisis que ellas, evidentemente, no han provocado y que las soluciones no pasan por seguir tirando del bolsillo de las cada vez más empobrecidas economías familiares sino por establecer las medidas económicas estructurales necesarias para salir de la crisis y que no penalicen a los que menos pueden y menos tienen.