Mucha fe y devoción se unieron este domingo en el recibimiento que el pueblo de Argamasilla de Alba hizo a su patrona, la Virgen de Peñarroya. En su regreso a la localidad, la Virgen fue recibida por el alcalde de Argamasilla de Alba, José Díaz-Pintado, acompañado por los miembros de la Hermandad de la Virgen, representantes políticos e institucionales, y por miles de argamasilleros que llenaban la calle principal, por donde la imagen hizo su recorrido hasta la iglesia de San Juan Bautista, donde permanecerá hasta el segundo domingo de septiembre en que volverá de nuevo a su santuario.
La Agrupación Musical “Maestro Martín Díaz”, que también esperaba a la virgen a la entrada de la localidad, fue la encargada de abrir paso entre la multitud que se agolpaba para ver a su patrona.
La calurosa tarde de domingo, no mermó las fuerzas de los diez devotos de la patrona, que portaron la imagen durante los doce kilómetros que separan el santuario de Argamasilla de Alba. Pero antes llegar a la iglesia, la hermandad y los portadores quisieron llevar la imagen ante los mayores de la residencia, que esperaban su visita con gran anhelo.
Junto a la iglesia, la imagen de la virgen, acompañada por los miembros de la hermanad y las autoridades, recibieron a los romeros que la acompañaron durante el camino, unos a pie, otros a caballo, en coche, tractor o camión.
Esta romería, que para muchos comenzó el sábado por la noche, tiene tres momentos destacables donde puede apreciarse la verdadera esencia de la romería y fervor de los argamasilleros por su santa patrona. Uno es la Vigilia Mariana, más conocida por la “procesión de las antorchas”, que se realiza el sábado por la noche, donde la Virgen es llevada por mujeres desde la ermita al humilladero y de nuevo a la ermita, por un recorrido iluminado por las “antorchas” que portan todos los que han querido procesionar junto a ella. El otro momento cumbre es la llegada de la imagen a la localidad por la carretera del castillo. Y finalmente, tal vez el momento más emotivo, es la entrada de la patrona a la iglesia parroquial mientras suena el himno de España; lágrimas, fervor y pasión, se entremezclan con los gritos de ¡viva la Virgen de Peñarroya!… ¡viva su hijo!… ¡viva el chatillo!