El dinero público no tiene angostura. Es tan dúctil que lo mismo va para un Centro de Salud que para un club de fútbol. El problema es que cuando una institución apoya un club o un equipo puede correr el riesgo de convertirse en propietario del mismo, dada la cuantía de la «subvención». Los centenares de miles de euros lo mismo van para el Balonmano Ciudad Real que para la UD Puertollano, equipo al que el Ayuntamiento dona ¡¡¡600.000 euros!!! (hagan su cambio en las antiguas pesetas).
Con un aporte así, el equipo no es del señor Navarro ni de los socios sino del contribuyente. Hasta tal punto es magra la contribución municipal que convierte a los jugadores en empleados públicos y al equipo en el equipo del Ayuntamiento. Una cosa es una ayuda y otra correr con todos los gastos. Si una ciudad quiere un equipo de lo que sea, que lo paguen sus fundadores, hagan una sociedad, o cualquier otra fórmula que les satisfaga, porque si hubiera beneficios (televisión, taquilla, merchandissing, etc) no correrían a reponer lo que los contribuyentes les dieron.