“Alicia tras visitar el país de las maravillas, se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana”. (Eduardo Galeano en Patas arriba).
Hace días que pensé empezar a escribir un libro sobre el mundo al revés en el que vivimos, y de pronto, como si de un índice se tratara, me salieron doce capítulos, tan solo recordando las últimas barbaridades acontecidas en España. Y la verdad es que cualquiera de nosotros podría -sin mucho esfuerzo- recordar decenas de casos:
* Unos gobernantes que se dicen socialistas y que día a día conceden mas favores a la banca y al capital, que a la clase trabajadora a la que un día dijeron defender;
* Unos populares enfangados hasta las cejas por los múltiples casos de corrupción en sus filas que tan pronto llaman a la rebelión fiscal o se manifiestan contra un pensionazo que ellos aplicarían mas tajantemente;
* Unos Obispos neo-ultra-conservadores que nunca se han manifestado en la calle ni contra el hambre en el mundo, ni por el 0,7%, y ahora son de los mas pancarteros con tal de parar una Ley, derribar a un gobierno o ambas cosas a la vez;
* Unas multinacionales farmacéuticas que engañan a muchos gobiernos dóciles con lo de la Gripe “A” y que les hacemos el juego sin saber que hacer ahora con 33 millones de vacunas;
* Unos medios de comunicación que lejos de informar objetivamente solo están al dictado partidista y llegan, como en el caso de PRISA y el País a mentir y difundir noticias que saben que son falsas con tal de salvar sus intereses comerciales (Ejemplo la conexión ETA FARC y el falso atentado planeado en Madrid); o
* unos “magos del ladrillo”, responsables de la corrupción urbanística, que como en el caso del “pocero”, campan a sus anchas –así como los por ellos corrompidos- mientras que quien se atreve a denunciar sus tropelías, como Manuel Fuentes, el honrado alcalde de IU en Seseña, es el que paga las fianzas y comparece ante la justicia. El mundo al revés.
Pero hay dos temas que por encima de todos estos, colman el vaso de la ética, la política y la democracia. Me refiero a la locura de las guerras, con el cinismo encubridor de quienes tienen que justificar lo injustificable, y la corrupción política que tras los últimos acontecimientos “el bigotes contra Garzón” socavan ya los cimientos más elementales de una democracia.
Porque mas allá de las contradicciones, incoherencias y discrepancias -que todos las tenemos-, lo que no se puede permitir en este país es que, la gran mayoría estemos contra las guerras, que se haya demostrado que si en la anterior contra IRAK fue una mentira lo de las armas de destrucción masiva, en esta de AFGANISTAN es mentira que estemos en misión humanitaria, y que nuestro gobierno siga mandando cada vez mas tropas, derrochando un dineral en tiempos de crisis, en lugar de traerse las que allí llevan mas de 9 años de guerra.
Finalmente este falso estado de derecho donde ya se venden hasta a los jueces, lo habíamos visto con el caso Fabra, donde hasta 8 jueces desfilaron, no sé si coaccionados, amenazados o compensados, para que prescriban sus mas que presuntos delitos.
Pero ahora se actualiza con el esperpéntico acoso orquestado contra el juez Garzón, -donde en el “no va mas” de los despropósitos, se permite, a un mas que presunto corrupto perseguido por la justicia penal –el bigotes-, declarar como testigo contra el juez que mandó obtener las pruebas para su inculpación, y que se atrevió a destapar esa gran trama corrupta que es el caso Gürtel.
Como valientemente ha declarado el que fuera fiscal anticorrupción del Estado hasta que el PP se lo quitó de en medio, nuestro amigo Carlos J. Villarejo, “ La admisión de esa querella (contra Garzón) constituye la forma más grave producida hasta ahora en España de alianza objetiva de los tribunales y los corruptos, porque transmite un mensaje evidente de amparo de sus conductas y de posible impunidad” . Vamos que los corruptos y mafiosos se apuntan un nuevo tanto al acusar de prevaricación al honorable juez que si se atrevió a investigarlos. En fin, lo del alguacil alguacilado y el juez juzgado sería un buen sainete si no resultara tan dramático como patético.