La gloria del Balonmano Ciudad Real sólo es comparable a la ubicuidad de su gran artífice y a las estupendas relaciones que mantiene con el poder político. Llama la atención que en su discurso Domingo Díaz de Mera citara nada más y nada menos que a seis políticos como cómplices necesarios de la gran gesta colectiva. Desde Felipe Caballero a José Bono, de Selas a Barreda, de Gil Ortega a Rosa Romero.
El Balonmano Ciudad Real forma parte de la historia de la ciudad y hay que reconocerle en justicia que es de lo poco que se salva de la convulsión de los tiempos recientes, por la alegrías que sigue dando, sobre todo, a los aficionados.
El domingo, el Balonmano de Ciudad Real, propiedad de Domingo Díaz de Mera y del contribuyente, en la parte que le toca –sus impuestos y la taquilla- recibió la primera Medalla de Oro democrática de la ciudad, no en vano el Balonmano Ciudad Real tiene el efecto antídoto contra los efectos perniciosos de otras presencias mediáticas no tan agradables.
Las informaciones aeroportuarias o lotaurias que incluso trascienden las fronteras de la comunidad y son el alimento cotidiano de la brega política entre populares y socialistas, palidecen ante la propagación en grandes titulares de los exitazos del Balonmano. Lo curioso es que el señor Díaz de Mera es actor protagonista en ambos lados: la reverencia social por la saludable hazaña deportiva del Club y las menos reverentes y más imparciales informaciones relacionadas con el Aeropuerto y CCM. La ubicuidad no resulta tan cómoda pero confiere una característica imprescindible en todo hombre poderoso: la capacidad innegable de concitar bajo su manto a políticos de casi todo cuño. Y así si el PP lo incluye en la nómina de amigos del señor presidente a quien el señor presidente beneficia con su acción de gobierno, no le faltan dirigentes populares como la mismísima presidenta popular y alcaldesa, Rosa Romero, que acuden a su lado al calor del reconocimiento social.
Todo empresario polivalente –hasta de medios de comunicación-y plenipotenciario ha de tener una fuga lúdico-deportivo-social por donde liberar los sinsabores del huracanado mundo de los negocios. En fin, que si todo empresario tiene su cara y su cruz, es de suponer que el Balonmano, el mismo equipo que tanta alegrías ha dado –y da- sobre todo a los aficionados, será la cara amable de este empresario, aunque los contribuyentes –también esta vez- le echemos una manita.