Ferretería Carmona supera el siglo de vida en Almagro con la misma bombilla alumbrando su entrada los últimos 65 años

La Ferretería Carmona de Almagro se ha convertido en un negocio que ha resistido el paso del tiempo. Con cien años de historia ininterrumpida, esta empresa familiar ha dejado una huella imborrable en Almagro y sus alrededores.

A lo largo de su centenaria existencia, la Ferretería Carmona ha sido mucho más que un simple establecimiento comercial. Es un símbolo de tradición, servicio y confianza para generaciones de almagreños. Su legado se remonta al siglo XIX, cuando fue fundada por don Diego Camacho, y desde entonces ha permanecido en constante evolución, adaptándose a los tiempos pero «manteniendo intactos sus valores fundamentales».

«Mi abuelo, que vino de Daimiel para trabajar en la ferretería de don Diego Camacho, se quedó con la titularidad de la misma en 1914 y después continuó mi padre», cuenta la gerente del establecimiento, May Carmona. «Cuando mi abuelo pudo, compró esta casa y montó la ferretería en este local. De aquí salieron otras dos ferreterías para sus hijos en Puertollano y Ciudad Real, ahora cerradas», relata Carmona, que ilustra la expansión y el legado de esta familia en el negocio.

Su historia se ha desarrollado en dos ubicaciones, nació en la calle Federico Relimpio, donde comenzó su andadura. Manuel Carmona Martín Pozuelo en 1915, se convirtió en propietario del negocio y en 1922 se trasladó a la icónica calle Madre de Dios, donde persiste actualmente.

A lo largo de los años, la ferretería no sólo ha sido un lugar para adquirir herramientas y productos, sino un espacio de encuentro, confianza y compromiso. Su compromiso con el servicio al cliente «ha sido ejemplar, como lo demuestran las historias de apertura fuera del horario comercial o la confianza depositada por las hermandades en momentos especiales».

«Seguimos trabajando a pesar de todos los problemas que van surgiendo, sobre todo con la venta online, el único hándicap que tenemos», comenta Carmona, quien afirma que «lo más importante es el servicio de venta al cliente» por la relación y la atención especial que se crea, «y que te lleva a dar algo más que solo intercambiar un artículo por un importe y más en una ferretería donde la asesoría es fundamental en cada venta».

El reconocimiento público y los premios obtenidos son reflejo del impacto positivo que esta ferretería ha tenido en la comunidad empresarial y local. Su constancia, dedicación y valores arraigados han sido reconocidos por instituciones y asociaciones, destacando así su papel fundamental en el entramado comercial y social de Almagro.

Así, el negocio tuvo la oportunidad de exponer documentos históricos, herramientas de antaño y piezas que narran la evolución de la ferretería a lo largo del tiempo en la exposición «El valor de la tradición, cien años» en la Casa-Palacio de Juan Jédler (Palacio Fúcares). La ferretería todavía conserva algunos elementos antiguos, como son una plancha, un mostrador del año 1900, una báscula de los años 60 y una bombilla de 65 años que continúa dando luz en la entrada del local.

Tomás Sánchez, empleado desde que el euro se incorporó en España, afirma que «el comercio local siempre está dando ese plus de atención en cualquier problema que pueda surgir». «Nosotros siempre estamos ahí intentando dar soluciones a los clientes y tenemos que estar metidos también en las nuevas tendencias y las nuevas formas de venta», añade.

Para Sánchez, «los clientes dejan de ser clientes para ser amigos e incluso familia» porque «conoces sus gustos y ellos te conocen a ti».

Más allá de ser un negocio, la Ferretería Carmona es un símbolo de arraigo, dedicación y esfuerzo. Su centenario es un hito que celebra no solo la persistencia de un comercio, sino también la conexión única entre una familia, un pueblo y su gente.

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