Los ciudadanos de Puertollano somos los desheredados de la democracia española. La dinámica municipal escapa de los mecanismos lógicos de la democracia. Puertollano es una “isla” para casi todo, parece como si el reloj se hubiese parado en 1975. Podría parecer que tras las últimas elecciones locales Hermoso Murillo nos ha hecho pasar por esa misteriosa máquina del tiempo, para devolvernos a la época, quizás para él cómoda, del más rancio totalitarismo. Podría haber sido un gran alcalde de la etapa franquista.
Un gobierno, local, regional o nacional, nunca debe confundir una victoria electoral con un cheche en blanco. Eso ocurre en Puertollano, nuestro, equipo de gobierno local, cada día más debilitado por el escándalo, obvia las reglas de juego de la democracia. Solo recuerdan a los ciudadanos cada cuatro años. En este sentido, tengo por seguro, que muchos de nuestro políticos, si en vez de someterse a evaluación cada cuatro años, estuviesen sujetos a “evaluación continua”, como digo, muchos de ellos, estarían en su casa, desoficiados, desposeídos de sus asientos y sus sustanciosos sueldos.
En estos días hemos asistido a un hecho histórico, la unidad de IU y PP, contra la política insostenible, la técnica del ninguneo ridículo y el oscurantismo insultante del PSOE. Esta puntual alianza, que lejos de restar votos a ambas fuerzas políticas como se insinúa desde el seno del PSOE, no hará otra cosa que reforzar los valores de la democracia de esta sociedad puertollanera desheredada.
Puertollano parece una república independiente, cortijo de uno, sustento de unos pocos y desgracia de futuro de generaciones venideras. Un amigo, en el exilio, definía este Puertollano como la república de la pandereta, fiesta, feria, toros, comilona, puro, caza y copa… ¿Será acertada la definición?
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