Hace poco más de un año, compartía en La Habana mantel con personas muy queridas. En la charla, salió a relucir la Ilustración; por supuesto la francesa y la del resto de la Europa no hispana, pues ya sabemos que en España abundaron vendedores de baratijas y fanáticos, pero raciocinio…….. Eso es lo que cuentan. Quien me lo decía era de piel negra; persona educada en sentido extenso, pero con abundancia de mitos negrolegendarios ¿Por qué menciono el color de su piel? Por su activismo antirracista; por este motivo, sorprendía más que una persona instruida desconociera lo que realmente fue la Ilustración allende los Pirineos. Hago hincapié en lo de allende…….
Suele decirse que este movimiento intelectual era el adalid del uso de la razón y la lógica como herramientas de conocimiento; algo que el ser humano no había dejado de hacer desde tiempos remotos. Recordemos que se considera a Aristóteles el padre de la lógica, no a Voltaire, ni a Locke, ni a Hume, ni a Rousseau, ni a Buffon, ni a Kant, ni a ninguna otra lumbrera presumida nacida bajo el influjo de unas luces más opacas de lo que nos contaron.
La primera característica de estos personajes era su ociosidad; individuos que para explicar que cuando el agua cae del cielo, llueve, escribían tratados tan interminables como infumables para cualquiera que se ganara el pan trabajando. El conceptismo de nuestro Baltasar Gracián los hubiera enloquecido; habrían tenido que buscar ocupaciones extras para matar el tiempo no empleado en lo que siempre se llamó: paja.
Su habilidad en el manejo de la lógica los llevó a costumbres tan aristotélicas como absorber por la nariz un polvo llamado poudrette, una mezcla de carbón, yeso y heces humanas; sí, han leído correctamente. En francés, el vocablo citado significa polvo; no sé, no sé; me parece que nuestros vecinos han vuelto a hacer trampa, Por favor, lean la palabra tal y como está escrita y descubrirán su verdadero significado. Pero los ilustrados franceses eran así; en este caso las damas, que para no ser menos que los varones, como ellos esnifaban ese polvo de tabaco llamado rapé, en un gesto de empoderamiento protofeminista, decidieron ser más excéntricas, aun, optando por un combinado un tanto pútrido; por supuesto, aquel mejunje tenía propiedades terapéuticas; cosas de sus ilustradas señorías; puro raciocinio, como podrán ver.
Tan interesante costumbre, era, en realidad, una versión refinada de la que tuvo una estrella del famoseo dos siglos atrás: Hablamos del célebre y celebrado Martín Lutero, quien degustaba las heces humanas en plato y con cuchara (“Historie et bizarries sociales des excrements”, recogido por Rose George en “La mayor necesidad” y en La Información.com) ¡Menudo padre de la patria alemana! ¿Entienden el origen de la irracionalidad del pensamiento germano y el peligro que supone ponerlos al frente de nada?
La lógica ilustrada creo nuevos países trazando fronteras a golpe de escuadra y cartabón; cortando ríos, cordilleras o cualquier accidente natural sin otro criterio que la geometría rectilínea, lo que ha sido, y es, fuente de interminables problemas fronterizos ¡Vaya con la racionalidad ilustrada no española!
Mas donde estas luciérnagas se “lucieron” -nunca mejor dicho- fue en su criterio, en su raciocinio profundo al considerar al otro:
A mediados del siglo XVIII, Cornelio de Pauw, un abate holandés, era considerado el mayor experto en los asuntos del continente americano; no un hispano de cualquier hemisferio, infinitamente más enterado que cualquier otro europeo, no, tenía que ser un holandés que, además, nunca en su vida había pisado las tierras de las que hablaba. Como verán, la lógica es abrumadora. Este “experto” decidió que los nativos americanos eran seres humanos inferiores a los europeos, debido a la geografía y al clima (“Recherses philosophiques sur les Amèricains”. 1768) Despreció los trabajos de los científicos españoles, que afirmaban lo contrario y que sí sabían de lo que hablaban; seguramente lo hizo porque estaba de moda afirmar que los españoles eran una raza degenerada por haberse mezclado con los indígenas y negros en América y, antes, con judíos.
El francés Georges Louis Leclec (1707-1788) conde de Buffon, afirmó que las plantas, animales e indígenas de América tenían una evolución retardada (“Historia natural. 1747)
David Hume (1711-1776) afirma en su ensayo “De los caracteres nacionales” (1748)
Sospecho que los negros y en general todas las especies de hombres (de las que hay unas cuatro o cinco clases) son naturalmente inferiores a los blancos. Nunca hubo una nación civilizada que no tuviera la tez blanca, ni individuos eminentes en la acción o especulación…..
Es sorprendente que alguien, supuestamente ilustrado, borrara de la historia a los sumerios, los egipcios, los chinos, los indúes, los árabes. Que se olvidara que el número cero llegó a Europa a través de España y, a su vez, de los árabes, quienes lo habían aprendido de los indúes.
Emmanuel Kant era profesor de antropología y geografía cultural en la Universidad de Köningsberg, Prusia. Afirmó de los negros:
Tienen una piel tan dura que cuando se les disciplina es inútil azotarlos con palos. Ha de hacerse con cañas de bambú rajadas, para que la sangre fluya y no supure bajo la piel
Hegel aseguró que ni los negros africanos, por indolencia, sumisión y subordinación ni los indígenas americanos, por crueldad y salvajismo, podrían hacer surgir un Estado político. Y añadió “…parece que pueden ser esclavizados por los europeos, pues con ello se les hace un bien”
James Mill, padre del filósofo liberal John Stuart Mill, sentenció en su historia de la India la predisposición de los indúes al engaño y a la perfidia, negándoles cualquier aportación a la cultura universal, cuando alguien de su instrucción debería saber la aportación a las matemáticas, la arquitectura, a la literatura, a la poesía, a la astronomía……
Su hijo se manifestó de forma similar sobre los indios y los negros. También Montesquieu, en su famosa obra “Del espíritu de las leyes”
El amor de los negros es puro deseo físico y sus penas superficiales y transitorias. Inferiores a los blancos en el uso de la razón. Etc., etc., dijo Thomas Jefferson; sí, uno de los empalagosamente admirados padres fundadores de EE.UU., país forjado a base de la eliminación sistemática y planificada de los indios por parte de las autoridades y el racismo más execrable.
En la edición de 1798 la Enciclopedia Británica definía al negro de la siguiente manera: “Los miembros de esa raza son perezosos, traidores, vengativos, crueles, impúdicos, ladrones, mentirosos, profanadores, malvados, malévolos, incontinentes”
Una definición muy académica, como puede verse.
Esta gente (entran ganas de llamarla gentuza) en general, nunca conoció aquello de lo que habló, ojo, ¡científicamente! La Ilustración no española fue supremacista no sólo con los indígenas y negros o indúes, también con los españoles europeos, a los que sin pudor alguno acusaban de ser una raza degenerada por impura, al haberse mezclado con indios, negros y, tiempo atrás, con judíos y árabes. Dos siglos antes, la Ilustración escolástica española -aquellos sí eran ilustrados- habían defendido por activa y por pasiva que lo determinante no era la raza, sino la crianza de las personas. La crianza, es decir, la instrucción y la educación. Y lo defendieron para indígenas y negros ¡Dos siglos antes! ¿Dónde está la teoría del progreso que afirma que el mundo camina inexorablemente hacia un mejoramiento moral? Falso, pura hipocresía, cinismo o llámenlo como quieran ¿Cómo es posible que en el siglo XVI el pensamiento español determinara racionalmente que no había razas superiores, sino personas mejor o peor instruidas y educadas -crianza, era la palabra- y dos siglos después los que se autoproclamaban ilustrados y denostaban a los clérigos españoles, tachándolos de fanáticos y supersticiosos, tuvieran el cuajo de implantar un racismo feroz que justificó la mayor barbarie que vivió el ser humano? Fue el supremacismo francmasón, en unos casos, protestante, en otros, y una mezcla de ambos, también, el responsable del racismo científico, la mayor aberración racional de aquellos que presumían de utilizar la lógica y la razón para llegar al conocimiento.
No fue España, querido amigo cubano. Fueron los ilustrados no españoles los creadores del racismo que tanto criticas con razón. Te han contado la historia al revés. Y ese progreso en el que tanto crees no existe; de existir, la relación con el otro no habría retrocedido tanto de 1500 a 1750 y más. El progreso continuo es una falsedad. Un invento de los enemigos de la Hispanidad a la que tú perteneces; asúmelo cuanto antes porque te necesitamos en este momento crítico en el que vivimos.
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com
Estimado don Marcelino, has dejado el frontispicio ilustrado a la altura del betún, dicho sea sin connotación racial alguna. ¡Con la pasión con que los leíamos en tiempos jóvenes! Bueno, no a todos, eh? Salud y saludos
Mucho me temo que ese racismo sigue adornando a los contemporáneos de aquellos «ilustrados». Herencia moral que no ha desaparecido.
Entre esos entendidos en nuestras haciendas y destinos están los hispanistas. Porque los españoles no entendemos de España. Debe ser esa la razón que mueve a nuestras lumbreras a poner el nombre de Margaret Thatcher a una plaza en Madrit (sí, con «t» de…).
En fin. Ese pueblo de Madrit que cuando le ordenaron no usar capa y sombrero de ala ancha contestó «No nos da la gana». Se metan su Ilustración por su razón más oscura, y déjennos en paz con nuestra hambre.
Un placer leerle, don Marcelino.