Ramón Castro Pérez.- De gritarnos los unos a los otros, nos estamos quedando sordos. De envidia, al vernos divinos en las redes, ciegos. Y mudos, de verbalizar el odio que sentimos hacia el distinto, agazapado en la trinchera contraria. Idiotas sin corazón, estúpidos sofisticados, ignorantes sabelotodo, payasos sin gracia, embusteros orgullosos, narcisistas humildes, peseteros generosos. Exuberantes, nos contorneamos abrazando las peores contradicciones. Aquellas que son tan simples como irrelevantes. La introspección ha muerto. Los sentidos, también. Pero la vida sigue. Con suerte, se arregla.
No me estarás diciendo todas esas cosas tan feas a mi?