Julián Maldonado.- El pasado sábado, el cielo se abrió de par en par para recibir a una gran madre como era Dª Aurora López Gutiérrez y, este martes, ha vuelto a abrir sus puertas para recibir a nuestra tía Dª Encarnación Jiménez Izquierdo. El hecho de perder dos personas tan queridas en tan corto espacio de tiempo ha supuesto un gran mazazo para toda mi familia, pues eran dos pilares muy importantes.
Encarnación, desde el momento que entré en la vida de su sobrina, me acogió como uno más de la familia. Esa confianza depositada en mi persona supuso el inicio de una gran relación de amistad y cariño que se fue acrecentando con los años.
Encarnación ha vivido una vida plena de 95 años, con una salud de hierro y una gran capacidad de sobreponerse a los momentos de las pocas enfermedades por las que ha pasado. Con profunda tristeza e impotencia, hemos sido testigos del adiós de nuestra querida tía.
Nació en Puertollano en 1928 y se casó con D. Isidoro López Vélez. Al no tener hijos, volcó todo su amor en sus cinco sobrinas, a las que quería con toda su alma y por las que siempre se desvivió, ejerciendo en ocasiones el papel de una madre más. Encarnación, con su carácter y personalidad, se ganó el cariño de todos los que la conocimos. Su casa en Puertollano y su piso en Barbate eran las casas de toda su familia y amistades.
Los últimos 18 meses han supuesto un gran reto para ella. Debido a la pérdida de movilidad, no ha podido disfrutar de su querido Paseo San Gregorio, hecho principalmente causado por carecer su edificio de acceso para personas con discapacidad. Hace año y medio, cuando hablaba con ella explicándole que íbamos a solicitarlo e intentar que lo hubiera, me dijo “Me moriré y no lo veré”. Qué sabios son nuestros mayores. Que falta de humanidad de algunos vecinos que podrían haberlo facilitado y de nuestros gobernantes parapetándose en las normativas que deberían cambiar y que parece tan difícil de hacer. Ojalá más pronto que tarde consigamos facilitar el acceso a todas partes.
Querida tía Encarna, estoy seguro de que ya estás rodeada de tus seres queridos que te precedieron en este viaje. Cada día que pase te recordaremos y sé que seguirás cuidándonos como siempre hiciste en vida. Siempre serás una estrella brillante en mi vida, una inspiración para ser una persona amorosa, valiente y generosa. Siempre te recordaré con cariño, como una mujer dinámica, familiar y sonriente.
Que Dios la tenga a su lado y que su ejemplo, su fe y su determinación para luchar y vivir hasta el último aliento nos guíen siempre. Gracias, tía Encarna, jamás te olvidaremos. Descansa en paz.
“La muerte no se lleva a los seres amados. Al contrario, los guarda y los ennoblece en la memoria.”