Tal vez mejor, y por lo visto, el árbol Rubiales y el Bosque nacional.
Un árbol carpetovetónico de corteza rugosa y asilvestrada que ha opacado el devenir de la vida nacional y, por ello, ha enturbiado la visión del bosque.
De tal suerte que, el asunto Rubiales, Luís Rubiales presidente de la RFEF, suspendido cautelarmente por la FIFA a nueve meses –tan extendido y debatido– no nos deje ver otras cuestiones de fondo.
Aplazadas y aparcadas por mor de la gestualidad machista y zafia del tortuoso Rubiales.
Tortuoso y bien retribuido en su cargo, del que se resiste a abandonar prebendas y bonus.
Llega a sumar, por conceptos varios, cerca del millón de euros anual.
Por no hacer casi nada al margen de los besos y tocamientos; aunque reivindique “la mejor gestión del fútbol español en su historia”.
Una historia con antecedente tan complejos y turbios como los de Pablo Porta y Ángel María Villar.
Menuda historia.
Como si no hubiera, además, una historia económica del futbol español.
Y del fútbol federado.
Historia económica de los interese bien visibles.
Donde el mismo Rubiales, ha protagonizado asuntos espinosos como las retribuciones de la Supercopa Española de 2021 y 2022, disputada en Arabia Saudita y regada con millones.
Con la compañía inefable de otro conseguidor del fútbol, como Gerard Pique, exjugador del Barcelona, propietario del Andorra y del torneo de tenis de Madrid.
Una maraña de redes clientelares, esponsorizaciones millonarias y ecos televisados a granel.
Como está ocurriendo ahora de nuevo.
Que, todo ello, ha merecido el análisis de Alfredo Relaño –regresado de la jubilación para poner orden en la información deportiva–, para hacer ver la complejidad tortuosa del futbol federado.
Ya que la RFEF es una entidad privada con estructura territorial de federaciones y el grueso de clubes –al margen de la estructura de la Liga–, jugadores –al margen de la AFE–, árbitros y otros estamentos de esa galaxia millonaria.
Donde pivota el gubernamental Consejo Superior de Deportes, CSD, sin mando en la federación, pero con acceso al Tribunal Administrativo del deporte, TAD.
Por lo que el CSD ha dado traslado de la conducta rubialesca a TAD, por si hubiera posibilidades sancionadoras.
En un carrusel de entidades con alguna competencia cruzada en el mundo del futbol, que tantos rendimiento económicos produce.
Desde la RFEF a la UEFA para terminar en la FIFA de Infantino.
Desde el CSD, Consejo Superior de Deportes al TAD, Tribunal Administrativo del deporte.
Desde el Comité Técnico de árbitros, CTA, a la Asociación de futbolistas españoles, AFE.
Sin olvidar la estructura patronal del futbol español a través de La Liga presidida por Javier Tebas Medrano, e íntimo enemigo de Rubiales.
Y bien pagado Tebas.
Durante la temporada 2021/2022, el presidente Tebas, ha devengado unos honorarios fijos de 2.192.000 €.
Los honorarios variables devengados durante el ejercicio 2020/2021 y cobrados ascendieron a la cantidad de 1.297.782,10 €.
La remuneración total a la alta dirección devengada en la temporada 2021/2022, incluido el Presidente y los Directores Generales de La Liga, ha ascendido a un importe de 6.146.000 €
Lo de Rubiales es por tanto, cosa menor.
Y no me refiero a los abusos potenciales y reales sobre la jugadora Jenni Hermoso.
Los vericuetos de la RFEF.
Entidad privada la RFEF, pero con derechos de explotación públicos, una suerte de concesión internacional privativa.
Como ocurre con el desempeño de las selecciones nacionales en sus participaciones internacionales y sus correspondientes rendimientos.
Y digo todo ello, por la densidad informativa de la última semana y por el beso robado o no consentido a Jenni Hermoso, en la noche de las celebraciones mundiales del título de la selección femenina de España.
Pocas veces un asunto ubicable en el contexto de las celebraciones deportivas –por mas calado soez de la gestualidad de Rubiales– ha contado con tantas horas de comunicación audiovisual y tantas páginas de prensa.