Por José Belló Aliaga
La iglesia parroquial de San Antonio Abad, popularmente conocida como San Antón, se encuentra en uno de los parajes de mayor solera y protagonismo de la historia de Bilbao pues, según las recientes excavaciones realizadas en el interior del templo, la ocupación de este solar podría remontarse incluso a un siglo antes de la fecha de la fundación de la Villa por Diego López de Haro en el año 1300.
Visita a la iglesia parroquial de San Antonio Abad de Bilbao, monumento Histórico-Artístico (17 de julio de 1984)
Portada
En el exterior de la iglesia de San Antón destaca su portada, que se sitúa en el lado norte y que se acoge bajo una peculiar tribuna, obra de Juan de Láriz de 1559. Desde este privilegiado balcón asistían a los espectáculos celebrados en la Plaza Vieja los miembros de la corporación municipal, cuya sede estaba inmediata al templo. Esta excepcional portada fue trazada por el maestre Juan de Garita en 1544.
Al igual que sucede con la portada, también el campanario busca una ubicación que no obstaculice el antiguo paso al puente (hoy al otro lado del templo). Las últimas incorporaciones al templo por su exterior son el pórtico, la sacristía y los despachos, que rodean la iglesia por el muro este. Fueron realizados en 1902 según diseño del arquitecto Enrique de Epalza, que escogió el estilo neogótico para conseguir una integración armónica con el bloque del edificio.
Interior
El interior presenta una planta bastante compacta, casi cuadrangular, de tres naves con cuatro tramos cada una. Como característica peculiar hay que destacar que carece de ábside y presenta cabecera recta, mientras que el testero de la nave sur forma un chaflán destinado a dejar paso a las aguas de la ría.
Más característico del estilo gótico resulta su alzado, en el que destaca bastante la altura de la nave central, que casi dobla la de las laterales. Esta diferencia de altura origina una serie de tensiones que se transmiten a los contrafuertes a través de unos vistosos arbotantes de doble arco.
Uno de los elementos más sobresalientes del alzado es el triforio. Casi idéntico al de la catedral de Santiago. El triforio es una estrecha galería que recorre todo el perímetro de la nave.
Coro
A los pies del templo se levanta el coro del último cuarto del siglo XVI. Poco después de finalizarse el coro se realizó un nuevo retablo para el presbiterio, del que hoy tan sólo se conservan las tallas de los apóstoles San Pedro y San Pablo y dos relieves que representan el Lavatorio de los Pies y La Última Cena. Estas imágenes fueron realizadas por el escultor Esteban de Velasco.
En 2003, tras la restauración del templo, se recompuso el retablo aprovechando estas piezas y añadiéndoles una serie de tablas pintadas por Iñaki García Ergüin, en las que se representan la Anunciación, el Nacimiento de Jesús, su Bautismo, la cena de Emaús, la Ascensión, el Pentecostés y la Asunción de la Virgen.
Capillas
Entre su interior destaca la capilla del Santísimo, de gran tamaño por la unión de dos capillas distintas. La preside un retablo rococó, del último tercio del siglo XVIII. En él resalta la imagen de la Inmaculada y una talla de Santa Águeda en el ático.
El espacio menor de esta estancia es la antigua capilla de Nuestra Señora de la Piedad o de Martínez de Recalde. Aunque su fundación data de 1554, la monumental reja es de estilo renacentista y se remonta a 1538. Constituye una de las mejores muestras de la rejería renacentista en Bizkaia. El retablo que ocupa el muro del fondo está dedicado a la Virgen de la Piedad, expresiva imagen de fino plegado y cuidada anatomía de 1540, atribuida a Juan de Beaugrant.
La última capilla, y la más pequeña de las tres, acoge las imágenes de Santa Lucía, San Roque y San Sebastián, unas movidas y gráciles tallas, probablemente obras del escultor cortesano Juan Pascual de Mena, que debió de realizarlas durante su estancia en Bilbao entre los años 1754 y 1756.
José Belló Aliaga