La crisis, a nivel mundial, ha venido a empeorar aún más la situación reduciendo a mínimos históricos la ayuda humanitaria.
Pero la crisis no sólo ha incrementado la pobreza en el mundo sino que también lo ha hecho dentro de nuestras fronteras. En España, el desempleo golpea ya a cerca de 4 millones de personas y los niños y las personas mayores son los que sufren las peores consecuencias.
Actualmente, en nuestro país, según uno de los últimos informes de inclusión social, uno de cada cuatro niños vive por debajo del umbral de la pobreza y las políticas sociales puestas en marcha por el Gobierno no han sido capaces de reducir la pobreza infantil sino que incluso se ha incrementado. De hecho, en España la precariedad infantil se sitúa en el 24%, una de las tasas más altas de la antigua Europa de los 15. Castilla-La Mancha, incluso, se sitúa por encima de la media nacional con una precariedad infantil que supera el 29%.
Cerca de 10 millones de españoles sufren alguno de los tres niveles de carencia: moderada (hogares con menos de 6.860 euros anuales); media (hogares con una renta inferior a 4.573 euros al año) y extrema (con un máximo de 3.219 euros anuales). Es decir, más del 20% de la población española se encuentran en alguno de estos niveles de pobreza. Y esta es una situación que se ha incrementado en los últimos meses a medida que han ido creciendo la destrucción de empleo.
Los mayores de 65 años, junto a los niños, son los dos colectivos que ponen, en mayor medida, rostro a la pobreza. En España, un 31% de nuestros mayores vive en situaciones de carencia moderada, casi un 8% se encuentra dentro del nivel de pobreza media y casi un 2% sufre pobreza severa. Una situación que, desgraciadamente, empeora en muchos casos a partir de los 75 años, sobre todo en el caso de las mujeres ya que muchas de ellas, en esas edades tan sólo viven con la pensión de viudedad que, en la mayor parte de las ocasiones son absolutamente insuficientes por su baja cuantía.
Por eso, en un día como hoy es preciso hacer un llamamiento a toda la sociedad, en general, y al Gobierno en particular para que entre todos podamos acabar con esta lacra que golpea en mayor media a niños, mujeres y mayores. Porque es una obligación de todos, comenzando por los Gobiernos, hacer posible un mundo mejor en el que no exista la exclusión y en el que todos los seres humanos tengan derecho a vivir dignamente.