Eduardo Muñoz Martínez.- Se conmemoran hoy, de forma especial, la crucifixión y la muerte de Jesús; es típico el rezo del Viacrucis; la meditación sobre las conocidas como «Siete Palabras», en base a las frases pronunciadas por Jesús, de acuerdo con el Evangelio, recogidas en los relatos de Lucas, Juan y Mateo, y de los salmos 22 y 30. Igualmente se adora la Cruz en riguroso silencio; se reza el Credo, o el Oficio de Lecturas…, es Viernes Santo: Día de ayuno, de luto y penitencia. Es el momento, -las horas de Viernes Santo-, en que suceden los hechos más ilustrados de la Pasión, de acuerdo con las Sagradas Escrituras.
Efectivamente, la tradición, la historia, confirma que Jesús es traicionado, y presentado ante Poncio Pilato, y éste ordena, por miedo, por no perder el poder, la buena posición…, la crucifixión de Jesús.
A la hora de «nona», a las tres de la tarde, el cielo se oscurece, el velo del Templo se rasga, tiembla la Tierra…, Jesús muere en la Cruz, por la salvación de la Humanidad.
Una vez «certificada» su muerte, José de Arimatea, con permiso de Pilato, lleva y sepulta el cuerpo de Jesús en una cueva, un sepulcro, que se recalca que no había sido ocupado previamente hasta el momento de la resurrección.