Juana Pinés Maeso: “La literatura debe ser un fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos”

Nacida en Manzanares (Ciudad Real), escribe desde los 14 años. Ha sido, durante 8 años, directora del Grupo Literario Guadiana y de la Revista MANXA. Piensa que la libertad es uno de los derechos más puros y más incuestionables del ser humano. Cree firmemente que todo el mundo debería tener libertad para ser él mismo, para ser dueño de su cuerpo, de su mente y de su pensamiento, para expresarse y actuar libremente sin imposiciones sociales, culturales, políticas, religiosas o sexuales.

Por eso en “Palabras a la libertad”, Juana Pinés Maeso, habla de marginalidad, de tráfico sexual, de indigencia, de inmigrantes “sin papeles”, de homosexuales que se sienten excluidos, de personas a los que las circunstancias o la sociedad ha relegado a una vida miserable. Conozcamos un poquito más a esta gran poeta que el próximo 25 de marzo, en Granátula de Calatrava, nos recitará sus poemas.

¿Quién es Juana Pinés Maeso?

Nací en Manzanares en el seno de una familia trabajadora. Mi padre era ferroviario, y vivíamos en un barrio humilde habitado por gentes buenas, cercanas y sencillas. Allí fui feliz. Fue a la edad de 17 años cuando supe que mi padre tenía una enfermedad terminal, de la que murió al cabo de pocas semanas. Me vi obligada a dejar los estudios para ponerme a trabajar en Madrid, donde nos mudamos casi de inmediato. Aquella ciudad ofrecía mejores expectativas laborales, y se daba la circunstancia de que allí residía la familia de mi madre, lo cual nos ayudaba a conjurar la soledad en la que nos vimos sumidos tras aquella pérdida. Poco después empecé a trabajar en Telefónica, donde he permanecido hasta mi jubilación. Si bien regresé a Ciudad Real en el año 1988, tras la muerte de mi madre. Mi estancia en Madrid ha sido un paréntesis de diecisiete años que se abrió y se cerró tras el fallecimiento de mis padres.       

¿Cómo le cogió el gusto a la poesía? ¿Por qué escribe?

¿Por qué escribo? Puede decirse que se lo debo, supongo, tanto a la genética como a la influencia ambiental. Mi abuelo paterno, Antonio Pinés Núñez (al que no conocí), había creado en nuestro pueblo un periódico llamado EL CAUTERIO SOCIAL, del que existen todos los números publicados en la Hemeroteca Nacional. Todo él estaba escrito por mi abuelo y a menudo por mi padre, que por entonces era un muchacho. De vez en cuando aparecían en sus páginas poemas de Libertad Pinés, la hermana de mi padre. Todo el contenido de dicho periódico tenía un marcado cariz de denuncia, ya que el propio título dejaba bien a las claras su intencionalidad: cauterizar las llagas de la sociedad.

Mi padre escribió toda su vida. Fue un lector ávido y un escritor infatigable. Tenía una biblioteca con cientos de volúmenes, y escribía continuamente poemas, novelas y cuentos, si bien nunca vieron la luz debido al cariz de sus escritos. El mantenía una fuerte implicación política con el Partido Socialista en tiempos del franquismo, lo cual obligaba a su obra a permanecer en la clandestinidad.  

Desde muy pequeña comencé a leer los libros de aquella enorme biblioteca y los que escribía mi padre, y en ellos me sumergía en mundos, vidas, paisajes, sensaciones y sentimientos hasta entonces desconocidos. De ese modo comencé a escribir mis propios relatos. Aún conservo páginas amarillentas de Lanza del año 1967 y 68, en las que aparecen algunas de mis narraciones. Fue en el 71, a raíz del fallecimiento de mi padre, cuando empecé a escribir poesía. Tenía una necesidad imperiosa de poner por escrito mi dolor y mi pérdida como una forma de arrancármelos del corazón, y la poesía resultaba más íntima y personal. Luego ya no supe dejarla.   

¿Qué concepción tiene de la poesía? ¿Qué meta debe alcanzar este arte y qué puede o debe cambiar?

Creo que la poesía debe ser, ante todo, belleza. Algo así como la sublimación de la palabra. Y, por supuesto, debe tener contenido. Debe conmover, erosionar, producir una emoción estética. Independientemente de que se ajuste a los cánones clásicos o se opte por la libertad expresiva, un poema que carezca de hermosura o que sea banal no es, a mi juicio, poesía. Siempre he sospechado que una parte de culpa de que la poesía sea minoritaria y se lea poco la tenemos los propios poetas, que a menudo nos empeñamos en hacer una poesía difícil y oscura, a veces impenetrable, con la que el lector poco avezado le cuesta identificarse, porque no siente ese pellizco en el corazón. No digo que la poesía deba ser fácil, ya que eso podría llevarnos a la coplilla ramplona, pero sí debe ser sencilla y entendible. Que todo el mundo pueda verse reflejado en ella.

Ha logrado numerosos reconocimientos literarios. ¿Cree que esos poemas que le consagraron ganadora fueron sus mejores poemas?

A lo largo de mi vida literaria he conseguido casi trescientos premios. Pero en su mayoría, al menos al principio, eran por poemas o relatos individuales. Fue a finales de los 90 cuando comencé a concursar con libros de poemas, de los cuales diez de ellos fueron premiados en distintos puntos de nuestra geografía. Más tarde decidí hacer una incursión en otros géneros, y escribí tres novelas, dos de las cuales han sido premiadas igualmente. Por supuesto no creo en absoluto que aquellos primeros poemas premiados fueran lo mejor de mi producción.

Sí eran, en cambio, lo mejor que hacía en aquellos momentos. Pero claramente hay una evolución en mi obra, como la hay en cualquier persona y en cualquier disciplina artística. 

¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?

Mi lenguaje poético ha cambiado con el tiempo. Creo que ha ganado en vigor, en fuerza expresiva, en el uso de recursos e imágenes que le den plasticidad al relato poético, de tal modo que el lector visualice con total claridad todo aquello que yo quiero patentizar. He procurado, eso sí, no perder aquella frescura inicial, y dotar a mi poesía de autenticidad. Sigo escribiendo “del natural”, plasmando emociones, vivencias, pequeñas cosas que a menudo nos pasan desapercibidas, pero en las que yo alcanzo a vislumbrar una especie de magia… Todo aquello que ocurre a mi alrededor es susceptible de escribirse. Porque si bien Pessoa sostiene que todo poeta es un fingidor, yo sigo empeñada en no serlo. Por eso hago una poesía en carne viva, y dejo el alma siempre a la intemperie, aunque eso suponga que se quede a expensas de la curiosidad del lector.

¿En qué medida existe una relación entre la literatura y los principios éticos, morales y, sobre todo, sociales?

La literatura debe ser un fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos. Debe denunciar todo aquello que vulnere la ética, y ser un aldabonazo en la conciencia colectiva. No nos podemos permitir el lujo de escribir bellos atardeceres, mariposas de luz y florecillas silvestres, cuando diariamente estamos viendo cómo se masacran los derechos humanos.

¿Cómo es su propio proceso a la hora de escribir poesía?

Mi proceso creativo es, a menudo, imprevisible y un poco indisciplinado. Puedo pasarme meses enteros sin tener una sola idea aprovechable. Entonces, si no tengo nada que decir, opto por estarme callada. Tampoco le veo sentido a escribir por escribir. Luego de pronto surge algo que me pone en vilo la sangre y durante unas semanas lo pienso, lo imagino, lo repaso, hasta que empiezo a ver la idea hecha realidad en mi cabeza. Entonces comienzo a darle forma y así nace un nuevo poemario. 

¿Cómo ve actualmente la literatura, y en particular la poesía, en nuestra provincia?

Veo con alegría y con optimismo que la literatura tiene actualmente un recorrido muy esperanzador   en nuestra provincia. Es maravilloso comprobar que casi a diario, y en muchos pueblos, se celebran encuentros, lecturas, recitales, presentaciones de libros y actos que le dan voz a nuestros creadores. La oferta cultural crece de día en día, y la participación ciudadana también. Estamos consiguiendo, poco a poco, dinamizar la cultura, involucrar al público y hacerlo cómplice en esa maravillosa locura de ser poetas.

Tiene publicado una gran cantidad de libros especialmente de poesía, ¿Si solo pudiese quedarse con uno, cuál de ellos elegiría y por qué?

¿Qué elija, únicamente, uno de mis libros? Difícil tarea. Cada uno de ellos lleva una parte de mí misma, cada uno ha sido un parto con dolor, cada uno respira por mis propias heridas…  Pero sea. Elijo MANUAL DE LOS MIEDOS. Fue Premio de Poesía “Mariano Roldán” en Rute (Córdoba), en 2002. Recuerdo que me costó mucho dolor escribirlo. Fue una especie de catarsis. Decidí contar, uno a uno, todos los miedos que había sentido a lo largo de mi vida. Me refiero a esos miedos que te paralizan y te escarchan la sangre. Para ello, para que el poemario no fuese algo impostado y “de segunda mano”, y tuviese frescura y autenticidad, hube de hacer una regresión mental para sentir de nuevo aquello que sentí en su momento, para volver a ser la que era cuando viví esas sensaciones. Lo pasé mal, es cierto, abriendo viejas heridas. Pero me gustó el resultado.

¿Qué es la libertad para Juana Pinés Maeso?

Pienso que la libertad es uno de los derechos más puros y más incuestionables del ser humano. Todo el mundo debería tener libertad de pensamiento, de acción y de opinión. Todo el mundo debería tener libertad para ser él mismo, para ser dueño de su cuerpo, de su mente y de su pensamiento, para expresarse y actuar libremente sin imposiciones sociales, culturales, políticas, religiosas o sexuales. Cualquier tipo de fundamentalismo, sea del tipo que sea, es una castración evidente.

Nuestra última pregunta, también la hace usted en uno de sus poemas: ¿Para quién, la libertad?

Sí, en el próximo poemario colectivo de Oretania hablo de marginalidad, de tráfico sexual, de indigencia, de inmigrantes “sin papeles”, de homosexuales que se sienten excluidos, de personas a los que las circunstancias o la sociedad ha relegado a una vida miserable. Si esas personas pueden considerarse libres, ¡que venga Dios y lo vea!

Nota: El tema de este “XV Encuentro Oretania de Poetas” de la provincia de Ciudad Real, es “Palabras a la libertad”. Se celebrará el 25 de marzo en Granátula de Calatrava. Está coordinado por el poeta solanero Luis Díaz-Cacho. Esta edición cuenta con el prólogo de la poeta, Eloísa Pardo Castro y las composiciones poéticas de Charo Bernal Celestino, Elisabeth Porrero Vozmediano, Eugenio Arce Lérida, Javier Márquez, Jesús Lara Serrano, Juana Pinés Maeso, Luis Díaz-Cacho Campillo, Luis Romero de Ávila Prieto, María Antonia García de León, María del Carmen Matute Rodero, María José Redondo Sánchez-Migallón (Mayu), Nieves Fernández, Pilar Serrano de Menchén, Presentación Pérez González, Ramón Aguirre, Ramón María Díaz-Cacho y Vicky Ciudad. Las ilustraciones de Rosa Leal Arias y la colaboración de los “poetas del barro”, Ángel Leal, Graci Arias y María de Gracia Leal y, además, tendremos en Granátula de Calatrava, como poeta invitado, a Marciano Sánchez Cabanillas. El acompañamiento musical vendrá de la mano de la A. C. “La Rondalla Oretana”.

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