Con la publicación este miércoles 22 de febrero en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha de la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de la Sala de los Moros, con categoría de zona arqueológica, este valioso enclave prehistórico de Argamasilla de Calatrava pasa a quedar bajo el amparo de esta figura de protección y conservación.
Desde el año 2005 el lugar estaba ya incorporado en la carta arqueológica municipal y, a consecuencia de aquella acción aprobada por el Consistorio, forma parte del Inventario de Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha con la referencia 07130200012, encontrándose dentro del Ámbito de Protección Arqueológica A-14 ‘El Frangil’.
Para el alcalde, Jesús Ruiz, la noticia de hoy “pone en valor público y para investigadores un bien único en la provincia y una vez tenemos esta declaración, debemos ser capaces de que se pueda visitar, de que la gente entienda que tenemos un tesoro”, algo que debe repercutir en la economía local de poder articularse un régimen de visitas adecuado.
“La Sala de los Moros era algo de lo que todo el mundo había oído hablar, muchos sabían lo que era, otros no saben dónde estaba pero lo habían escuchado y necesitábamos de esta catalogación BIC, por lo que desde el equipo de Gobierno nos pusimos a trabajar en ello”, afirma Ruiz Valle.
El regidor agradece a la propiedad privada en que se halla su “sensibilidad” durante el procedimiento y destaca que el reconocimiento vigente “es fruto de la ayuda de todos”, haciendo extensiva su gratitud a monitores de senderismo, guías turísticos, vecinos a quienes les encanta el entorno rabanero.
Mención especial hace Jesús Ruiz a “nuestro arqueólogo de cabecera, Luis Benítez de Lugo Enrich, quien a mediados de este pasado enero informó favorablemente al Gobierno regional sobre proceder con la catalogación incoada”, tras el inicio de la misma en junio de 2022.
En su prolífico y documentado informe sobre la Sala de los Moros de Argamasilla de Calatrava indicaba textualmente que «un bien cultural excepcional como éste debe ser rescatado del abandono en que se encuentra y puesto al servicio de la ciudadanía, dado que es un activo cultural con un potencial enorme».
Por eso, añadía, «a pesar de las limitaciones existentes, es posible afirmar que la Sala de los Moros reúne valores históricos y arqueológicos que -más allá de simplemente relevantes- son constatadamente singulares y sobresalientes, resultando no sólo posible, sino improrrogable, su protección administrativa al máximo nivel».
Recomendando, asimismo, «realizar de un estudio científico detallado del lugar, a fin de aumentar el conocimiento sobre este excepcional edificio vaciado y expoliado desde antiguo que, por ser único, resulta fundamental para entender el pensamiento y los argumentos simbólicos de las elites oretanas».
Ruiz también ensalza el interés de la propia viceconsejera de Cultura, Ana Muñoz, “porque ha trabajado con empatía absoluta en este tema, hasta el punto de que se ha preocupado personalmente por sacarlo adelante”, valorando finalmente el primer edil que esta declaración sea “la guinda del pastel que nos faltaba para que el visitante nos elija”.
Acerca de la Sala de los Moros
La Sala de los Moros es un yacimiento arqueológico situado sobre el Cerro de Turruchel, a 908 metros de altitud, en la zona oriental del término municipal de Argamasilla de Calatrava, integrada en la Sierra de Calatrava, cuya cuerda separa los términos rabanero y de Puertollano, así como los valles de los ríos Tirteafuera, al norte, y Ojailén, al sur.
Se considera un yacimiento de excepcional interés de acuerdo al papel histórico que pudo desempeñar en las diferentes etapas de su desarrollo, que comprende un periodo cronológico amplio al presentar una fase prehistórica de la Edad del Bronce (y tal vez también calcolítica) y otra protohistórica de la Edad del Hierro (periodo ibérico-oretano).
Durante la Edad del Bronce fue probablemente un lugar de hábitat, del que se conservan restos de estructuras (posible recinto perimetral, aljibe rupestre, covacha) y material arqueológico (cerámicas a mano). Sus características son semejantes a la de otros yacimientos próximos de la Sierra de Calatrava.
Todos ellos forman un conjunto muy importante por su número y la entidad de sus restos, y que ocupan un territorio de marcado carácter estratégico de dominio de los valles del Tirteafuera y del Ojailén y de las rutas y pasos de este territorio hacia la Meseta y el Valle del Guadalquivir.
Parece posible que la construcción del edificio monumental conocido desde siglos pasados con el nombre de Sala de los Moros se produjera ya en la etapa protohistórica. Este edificio, debido a sus características y envergadura, constituye un hito evidente en el territorio, lo que le confiere un valor estratégico.
En el contexto del mundo oretano ocupa una posición privilegiada dominando el territorio de explotación del valle del río Tirteafuera, donde existe un número importante de pequeños asentamientos agropecuarios situados en las tierras de la vega, y al mismo tiempo ocupa una posición intermedia entre tres grandes oppida oretanos: las antiguas ciudades de Oretum Germanorum (Cerro Domínguez, Granátula de Calatrava), Sisapo (La Bienvenida, Almodóvar del Campo) y Cerro de Alarcos (Ciudad Real).
En sí misma, la construcción principal de la Sala de los Moros reúne unas características constructivas que la convierten en un edificio monumental: ubicación privilegiada, visibilidad desde un entorno muy amplio, notables dimensiones, paramentos ciclópeos, técnica edilicia de calidad, etcétera.
Algunos aspectos de su tipología permiten ponerla en relación con recintos fortificados y torres de época ibérica, mientras que otros permiten encontrar analogías con la arquitectura funeraria monumental de la Protohistoria. Debido a todo ello se considera un edificio bastante singular, incluso dentro de la arqueología de la Península Ibérica.
El yacimiento es muy conocido a nivel científico y popular, debido a la entidad de sus restos principales. Aparece citado en las «Descripciones del Cardenal Lorenzana» (1784), en las que se le menciona como “mazmorra” y en la «Historia de la Provincia de Ciudad Real» de A. Blázquez (1898).
A inicio de los años 60 del siglo XX Manuel Corchado Soriano se interesó por el edificio tras unas prospecciones arqueológicas de la zona y llevó a cabo una intervención de desescombro. A partir de sus publicaciones, el yacimiento aparece en los repertorios arqueológicos provinciales y, con la realización de la Carta Arqueológica de Argamasilla de Calatrava, se incluye en el Inventario del Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha.
El conjunto de edificaciones que conforman la Sala de Los Moros se sitúa sobre la cresta del cerro del Turruchel, de planta más o menos triangular. Está formado por una construcción principal, restos de un recinto perimetral y, en sus inmediaciones, un aljibe excavado en la roca y covachas naturales con posible ocupación prehistórico e histórica.
En el centro del conjunto sobresale el edificio principal, una gran construcción, de planta rectangular construida mediante bloques de cuarcita de tamaño mediano y grande, en ocasiones combinados con ripios y trabados en seco.
Posiblemente el acceso a la cámara fuese por el sur, donde el pasillo termina en un remate absidal fabricado mediante mampuestos y sillarejos de menores proporciones que apoyan directamente sobre la roca madre rebajada en talud para facilitar acceso eventual. La laja que se encontraba sobre esta zona absidal se encuentra removida de antiguo.
Con respecto a su datación, los materiales cerámicos identificados en la excavación realizada por Corchado y los localizados en las posteriores prospecciones arqueológicas remiten a cronologías de la Edad del Bronce y, sobre todo, de la II Edad del Hierro, con fragmentos de cerámica a torno pintada ibérica, claramente pertenecientes al denominado tipo Valdepeñas (ss. V-III a.C.).