Por más que se empeñe el Pantone Color Institute por reglamentar los colores y los años con una rara sabiduría cromática, digna de un legendario mandarín, hay un nómina de colores que se escapan de la cesta del Instituto.
Y se escapan, por ello, de las reglamentaciones y de las compartimentaciones.
Que ya sabemos que, desde lejos, han tratado de organizar la vida a través de los distintivos cromáticos.
Como ocurrió –lo cuenta Norbert Elias en el proceso civilizatorio– con banderas nacionales y con uniformes de ejércitos en los campos de batalla.
Color como señal, color como señuelo y color como distinción.
Por eso, ¿qué mejor distinción que la de contar con un color exclusivo por cada año?
Y esa es la mística del Pantone Color Institute.
Celebrar cada año con un color diferente.
Que marque tendencias y que fije el exotismo del tono.
A pesar de que el catálogo del Pantone pretenda abarcar todos los colores posibles e imposibles, pienso que todavía hay mucha cera que cortar.
O mucha cera que prender y que arda la vela.
Catálogo de colores impropios, que difícilmente serán nombrados colores de los años venideros.
Si es que los años venideros tienen un color diferente de los años presentes.
Catálogo creciente de lo que yo llamo colores impropios.
Así, por lo que he oído y leído, puedo aportar una nómina singular.
Por más que algunos ya ocupen espacios de sentido existente.
Así, Andrés Trapiello juega con la acepción conocido del Color Naval.
Que duda entre el Gris naval y el Azul naval.
Aunque no todo en la náutica y en lo naval tengan esos colores fríos.
El mismo Trapiello, en una pirueta difícil, habla del Color Purgatorio.
Que debe ser el color con que están pintadas las paredes de tal espacio ignoto.
Tan ignoto, que algún papa lo ha hecho desaparecer del registro.
Por más que los otros espacios próximos –cielo e infierno– cuenten con tonalidades descriptivas que van del Azul celaje al Rojo fuego.
Aunque todo sería discutible, en la medida en que otros son partidarios de identificarlos con el Blanco y el Negro.
He oído la dificultad expresiva del Color Remordimiento, que es dificilísimo de interpretar.
A caballo de Grises y Morados.
Que este último participa, a veces, de matiz del Color Penitencia.
Y en otras ocasiones procede de la berenjena o del vino tinto.
O de la cereza.
En ese territorio de lo religioso, lo sagrado y lo devocional, se utiliza el Color Ténebre.
Como tono del velario de algún paso procesional del Jueves Santo sevillano.
Que oscila entre el Rojo Salvación y el Temblor penitencia.
Podríamos seguir exponiendo Colores Impropios por doquier, como forma antitética del listado de los Pantone.
Del mudo animal: Ala de mosca, Panza de burra, Cola de león, Ala de cuervo o Camello.
Al mundo humano y natural: Color Pardo, Color Tierra, Color Hielo, Color Monte.
Por no citra la dificultad del Color Aire.
O del Color Sufrimiento.
Pues pese a todo, este año para no perder el compás tenemos nuevo color de 2023.
El Viva Magenta, por elección del Pantone Color Institute, será el color del año 2023.
Y el repetido Pantone Color Institute lo define como “un tono poco convencional para una época poco convencional”.
Vamos, otro color impropio.
Pariente cercano del rojo carmín, el carmesí o el frambuesa intenso.
Viva Magenta posee una exuberancia alegre y optimista, en palabras del PCI.
“Equilibra lo cálido y lo frío y se define como un color híbrido, audaz, que promueve la alegría y la inclusión”.
Casi nada y casi todo.
Como cada año, el PCI –nada que ver con el viejo partido comunista italiano– llama y el diseño responde.
“Descubre nuestra selección y déjate arrastrar por esta ola de Magenta, el nuevo color de 2023”, terminan diciendo los señores del PCI.