Vino la Cospedal y nos dejó con un palmo de narices a la tropa periodística. Sin preguntas, ¿eh? que lo quieren saber todo. Bueno, todo, todo, no, señora Cospedal. Por ejemplo nos interesa un bledo su vida personal y donde se vaya a tomar unas minivacances para saborear las mieles de su particular «luna de ídem«, más que nada porque no tenemos derecho a hurgar en ese flanco como parece que ha encontrado filón el menos caballero de los socialistas, un tal Josele. Claro que luego llegan los peperos y tiran de la diputada consuerte-sorte, Clementina de Naranja y de Limón, y ya la tenemos liada.
En fin, que vino Cospedal, declaró y fuese. Sin más. ¿Como preguntarle cuándo demonios iba a aportar la pruebas del acoso espía a la que dice el PSOE tiene sometido al contrario, o si nombrará a las cármenes Quintanilla o la Fúnez consejeras de su primer gobierno regional, si gana claro? La próxima vez no se libra.