Estos días estamos de temporal. Esta expresión se utilizaba hace años como fenómeno beneficioso, cuando la meteorología hacía su trabajo en nuestros campos. Las lluvias otoñales eran persistentes durante varias semanas y aumentaban las reservas de agua en los barbechos, en las vides y en los olivos o para que las recientes siembras de cereales y leguminosas germinaran adecuadamente y permitieran obtener unas plantas vigorosas que posibilitaran la obtención de las mejores cosechas.
Durante ese periodo se suspendían las tareas eminentemente agrícolas y se sustituían por otras menos habituales. Nuestros hombres del campo ponían a punto los útiles de trabajo, engrasando los ejes de las ruedas y lubricando las guarniciones empleadas con los animales de tiro; limpiaban y ordenaban las cámaras, las cuadras y el resto de espacios destinados a esta actividad; y, entre otras tareas, usaban el esparto y la paja para proteger todo tipo de vasijas o utensilios, hacían serijos o cestos y, los más avezados, realizaban piezas de artesanía como los icónicos molinos.
Esos días los aprovechaban también para herrar sus animales, aguzar las rejas de los arados en la fragua o para reparar los carros, galeras o aperos que utilizaban en su actividad habitual. Lo más llamativo era ver las indisimuladas sonrisas de todos los agricultores, que departían sobre el futuro esperanzador que vaticinaban aquellas lluvias.
Aunque todos sabían que el recorrido sería largo y que no estaba exento de posibles incidencias que dieran al traste con sus ilusiones. Las heladas tardías; la sequía o el calor excesivo en primavera; y, el granizo o el fuerte viento antes de la recolección, podían condicionar unos cultivos que estaban en ciernes en ese momento. Ellos sabían lo imprevisible que era la situación y que otras causas naturales también podían arruinar las cosechas, como las plagas y las enfermedades. Pero empezar bien este nuevo periodo era lo importante.
En estos días, las generosas lluvias que se están produciendo proporcionan la satisfacción general de casi toda la población. Con ellas se espera que los pantanos acumulen el agua suficiente para atender las necesidades de los próximos meses. A nuestros campos sedientos, les proporcionará un alivio para la presente campaña agrícola. Y, la abundancia de precipitaciones, reducirá el nivel de contaminación actual.
Pero el término temporal también se asocia a una fuerte tormenta marítima o terrestre, que puede causar graves daños tanto en los bienes como en los seres vivos, —entre ellos en el ser humano— y en las infraestructuras, locales y viviendas de los lugares afectados.
En ocasiones, se utiliza en sentido metafórico para definir un periodo —más o menos prolongado—, en el que se producen o concurren graves dificultades —incluso tragedias—, tanto personales como colectivas. Y acometer de la mejor manera posible, este tipo de situaciones, es su objetivo principal. A eso lo llamamos capear el temporal.
De la recientemente fallecida Reina Isabel II del Reino Unido, todos recordamos el que ella calificó como su annus horribilis —el año 1992—, en el que se acumularon todo tipo de desgracias para la monarquía británica y para ella personalmente. A pesar de todo, fue capaz de superar la situación con dignidad.
Sin embargo, cuando se producen situaciones graves en el conjunto de un país, son los políticos que lo gobiernan quienes tienen que adoptar las decisiones adecuadas para resolver este tipo de problemas.
En estos momentos, España vive en una situación tormentosa que nuestros gobernantes tratan de capear, justificándola con la pandemia del COVID, el volcán de La Palma, la guerra de Ucrania o la crisis energética. Pero además de todo eso, el gobierno ha creado una tormenta perfecta, conculcando principios básicos de nuestro Estado de Derecho, cercenando el principio de igualdad entre los españoles y provocando una crisis institucional, desconocida hasta ahora, al aceptar el chantaje de los separatistas catalanes y vascos.
Las modificaciones legislativas penales ad hominem —a favor de personas concretas—, con indultos generales, la supresión del delito de sedición o la minoración de las penas impuestas por malversación, son el ejemplo más claro de cómo se están plegando a las insaciables exigencias de estas fuerzas políticas. Con todo ello, se facilita la celebración de un nuevo referéndum secesionista —que puede salirles gratis a los sediciosos—, tal como anuncian —sin miedo ni complejos— los separatistas catalanes. Y así lo ha manifestado el líder de los socialistas catalanes, el señor Illa, aunque luego haya matizado sus declaraciones.
Lo grave es que el presidente del gobierno actúa con deslealtad al conjunto de los españoles, —haciendo lo contrario de lo que prometió en campaña electoral—, con el único objetivo de perpetuarse en el poder, aun a costa de reducir sus expectativas electorales en las comunidades autónomas que gobierna, lo que solivianta —en público o en privado— a los presidentes de Castilla-La Mancha, Aragón, Comunidad Valenciana o Extremadura, así como a muchos candidatos a las elecciones municipales de mayo.
Lo que inicialmente parecía una pequeña borrasca, amenaza con convertirse en un huracán, que no sabemos si será capaz de capear el señor Sánchez.
No entiendo esa manía que os ha dado a los colaboradores de MCR de colocar imágenes en medio del texto. Entended que no sois buenos escribiendo, que se nos hace bola llegar al punto final porque son textos que no llegan ni a mediocres , y si además, hay que sortear tres imágenes carentes de interés , el atragantamiento por coñazo está servido.
Artículo tras artículo nos ha quedado más que clara tu animadversión al gobierno progresista. Así que, deja ya de hacer campaña contra Sánchez, y empieza a hacerla a favor de los partidos de tu militancia, aunque no tengas afiliación. Me gustaría conocer tus argumentos a favor de los camastrones Feijoo y Abascal, de las cualidades que los adornan. Dificilillo lo tienes. Buscaros mejores candidatos , porque con esos dos incapaces no llegáis ni a la vuelta de la esquina, don Manolo.
Es cierto. No estoy afiliado a ningún partido. En cuanto a las críticas que se hacen en estos artículos tienen que ver con la actualidad, pero debemos tener en cuenta que en nuestro país la credibilidad de la clase politica (de todos los políticos y de todos los partidos) es muy escasa. Por lo que sólo los podemos valorar por lo que hacen. Lo que nos prometen sirve de poco, a la vista de lo que hacen despues. Y en estos momentos quienes gobiernan en los principales ayuntamientos de la provncia, en la Diputación, en la Junta y en el Estado, son de los mismos partidos. Y se crítica solo lo más grave aunque se corresponda, principalmente, con la actuación del gobierno central.
En política como en el deporte deberíamos ser imparciales, y aunque nos tiren más unos colores deportivos o políticos que otros, deberíamos saber apreciar cuando nuestro equipo no lo está haciendo bien. Este caudal de novedades legislativas mediante Decretos Ley ( reservados para casos de urgente y extraordinaria necesidad, previsto para cuestiones temporales, y sin control parlamentario alguno) utilizados por el gobierno actual, que parece querer batir un record, en vez de utilizar Decretos Ley, que están limitados por una Ley De Bases y Ley Ordinaria, hace que muchos ciudadanos nos estemos preocupando seriamente, como atinadamente expone el articulista, por esta falta de coherencia de nuestros gobernantes, que manifiestan una cosa y hacen lo contrario, bajo la presión voraz de sus socios, lo que está poniendo en peligro la seguridad jurídica de nuestro estado.