Fue una noche de misterio con danzas ancestrales, llena de poesía y donde el vino, principal protagonista, estuvo presente en los ditirambos de Juan José Guardia Polaino de su poemario “De almas, ditirambos y heridas”. También las reivindicaciones tuvieron su momento de protagonismo cuando la teniente de alcalde de Cultura y Festejos, Vanessa Irla Uriarte, pidió “quitarnos ya los prejuicios hacia la poesía”.
Excepcional acto cultural que se iniciaba, por parte de la actriz valdepeñera Lourdes Pérez Urtado, con una ancestral danza a modo de ritual dionisíaco que trasladó al numeroso público presente en “La Confianza” a la Grecia del Dios Dionisio, especialmente cuando Lourdes Pérez y Guardia Polaino, recitaron ditirambos del poemario “De almas, ditirambos y heridas”.
Tras las palabras de bienvenida y elogios a la figura y obra de Polaino, la teniente de alcalde de Cultura y Festejos, Vanessa Irla Uriarte, pidió “quitarnos ya los prejuicios hacia la poesía”, asegurando que, aunque “hay poesía, poetas que escriben para una minoría, cada vez más nos encontramos una poesía más cerca de la ciudadanía y que se escribe para todos, para los más jóvenes y también para los más mayores”, la edil de Cultura considera que “de esa poesía cercana, de esa poesía social es representativa la obra y el trabajo de Juan José Guardia Polaino” y para ello es importante “poner corazón y alma a lo que se hace y Juan José lo hace”.
Por su parte el Catedrático de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Letras de la Universidad de Castilla-La Mancha, Matías Barchino, invitó a los lectores a que “se emborrachen de palabras y de emociones”, con la propuesta “verbal, doble y múltiple” del juego de perspectivas entre las páginas pares e impares. “La página par contiene un breve texto poético, cercano a la precisión del haiku, a la sorpresa de la greguería, o la concisión del aforismo, del fragmento o del apunte, siempre desde una perspectiva personal y lírica. Frente a este, el espejo de la página impar nos convoca a una lectura más amplia retóricamente, más objetiva, dirigida muchas veces al propio vino personificado o al espíritu que se oculta en el misterio de la fermentación del mosto”.
Además del poeta y los citados anteriormente, completaba la mesa presidencial la poeta, escritora, articulista y vicepresidenta de la Asociación de Escritores de Castilla La Mancha, Natividad Cepeda, quien prohibió “leer cada poema de este libro con prisa – jamás un poema se ha de leer sin paladearlo — de hacerlo, no se llegará al alma del poeta, porque es en ellos donde confluye su poesía”. Natividad añadió que “todo el libro es un clamor poético con el máximo apogeo al vino y a su caminar histórico”.
En cuanto al protagonista del momento, Juan José Guardia Polaino, dedicó gran parte de su intervención en agradecimientos y recitaciones de su poemario, no antes de asegurar que, con su libro, “De almas, ditirambos y heridas” ha querido “trazar un viaje emocional por esa triple ceremonia que es el ser humano, el vino y la poesía, con esos tres ingredientes, con esas tres geografías del alma, he querido hacer un poemario que, creo que es interesante y espero que no deje a nadie indiferente”. Polaino ha puesto mucho corazón en su libro y en él retrata fielmente lo que es “el dolor humano, la salvación del alma y lo que es el vino como vehículo hacía esa salvación”, añadió.
Juan José Guardia Polaino: “El vino, hijosangre de la vid, hiende sus labios en el lomo áspero de las batallas, y por donde ha pasado su torrente misterioso, a los siglos, y a la historia de los hombres, les ha curado la vida y dejado poso en los almacenes de su alma. Así el vino es ese salmo que agiganta el misticismo, espanta la mudez y corre desbocado alazán por la sangre. Viste alegría o llora penas, se pondera o acaudilla, y a nuestros mundos interiores los clava en el incendio del vértigo y la vida. Y arde entre los poetas como un crepitar en constante metamorfosis: noche y vino, soledad y niebla; palabras y ojos que son viejos encantadores o faunos en busca de la luz cuando la embriaguez se hace catarsis en las palabras. Es también el vino un loco hechizo, un cantogrito de sirenas embaucadoras de los más bravos marineros: sensuales labios susurrantes, hermosos y mágicos en la conquista del amado Ulises. Cuando lo dioses bajaron a la quimera de los hombres, a las calles trajeron el vino, lo vertieron en torrentera e inundaron aceras y zaguanes. Pero fue la fiebre del chamán quien lo hizo sangre sacramental”.