¡Una monstruosidad urbanística de esas dimensiones a la vista de todo el mundo y nunca nadie dijo nada! ¡Cómo es posible que se pueda construir de esa manera tan burda e indolente, si no es con las bendiciones del poder político! ¿Era el tercer vértice del Gran Triángulo del Desarrollo Regional, Reino de Don Quijote-Aeropuerto-Seseña del Sur? ¡Reino de Don Quijote! Hasta la dignidad de nuestro héroe mancillan otorgándole un Reino a quien sólo le importó la quimera de una justicia cabal ¿Hubiera sido posible dislate tal sin el rebufo de reinos y altos vuelos?
Desde el Ayuntamiento de Villamayor hasta las consejerías competentes y por elevación la Junta, son las primeras responsables ante la opinión pública de tamaño desmán, si es que no hay más administraciones involucradas en el camino de sombra que va desde que se proyecta esa cosa hasta que empiezan a ponerse los ladrillos. Seseña del Sur –la Marina D,or manchega como la califica este medio ciudadano que ha advertido del dinosaurio- es el osario de un modelo que nos ha llevado a un punto crítico y ha dejado esta región desnutrida de caudales. ¿Y ahora, qué? ¿Se espera a tiempos mejores para rematar ese absurdo con luz y taquígrafos o se quedan ahí las casas desangeladas como estulta cicatriz haciendo añicos un lugar que nunca debió ser hollado por la codicia?
Nunca nadie dijo nada. Ni sorprendentemente esta vez se ha oído la voz de los ecologistas durante el desarrollo fetal de la criatura, para pedir información, papeles, permisos… para alegar como corresponde a la decencia, para denunciar públicamente, para pedir el cumplimiento de la ley que es el único imperio en un país libre y civilizado. Argumentarán la ley los responsables del engendro: pues bien que muestren públicamente, paso a paso, los requisitos cumplimentados para empezar a construir, los acuerdos tácitos y las firmas legibles, los amenes de los representantes de los ciudadanos. Zapatero ha dicho que quiere cambiar el modelo económico. Pues bien, que se venga por estos pagos y les afee la conducta a quienes fiaron al cemento amigo la felicidad autonómica. Al final de todo, la crisis ha sido buena. Ha dejado al descubierto el verdadero rostro de los tiburones, aunque tengamos que tragar con semejante pecio.