Jesús Millán Muñoz.- Pienso y observo y opino que quizás deberíamos aprender y recoger de Japón, que homenajean a personas que llevan en un oficio sesenta años, y ya, ancianos todavía siguen con su labor.
No sé como se denominará en Japón dicha realidad, pero personalmente lo he titulado “Patrimonio Cultural Vivo o Persona Cultural Viva”, concepto que puede reflejar, varias perspectivas y dimensiones. Una persona, que se ha dedicado a una profesión, oficio, vocación, habiendo obtenido dividendos económicos o apenas nada, pero que ha estado en ese tajo-labor-arado, durante cincuenta o sesenta años, y, ya ha alcanzado, pongamos una fecha/cifra/guarismo de ochenta años.
Pienso que personas así, merecen una congratulación y homenaje y laureles por parte de la sociedad, sea campesino, artesano de la cerámica o de cualquier otro oficio, sea médico o sea empresario o sea poeta o sea pastelero o sea…
Pienso que no es solo homenajear a una persona, sino también a un oficio o vocación o profesión, es recordar que el trabajo bien hecho, merece el respeto de todos, aunque esa persona no sea el mejor gastrónomo pastelero del mundo, aunque no sea el mejor poeta del orbe, aunque no sea el más eficiente campesino de este planeta ovoide.
Es un ejemplo, para las generaciones jóvenes, es un halago a la misma sociedad, porque el trabajo si es legal y es moral y en condiciones adecuadas, es una humanización del ser humano, es la perfección de la tierra, y si se es trascendente o creyente, es un homenaje al Buen Dios…
Pienso, y, si alguien sigue mis artículos, casi siempre añado, el término: pienso y opino, para que así, la frase baje de ampulosidad, se reduzca en la humildad y la modestia. Que cada año, cada dos años, en cada pueblo o aldea o comarca, se puede de esta manera homenajear a cinco o seis personas. No demasiadas, no pocas. No demasiadas, para que la distinción tenga valor, no pocas, para que la guadaña no les llegue a sus costados, a todas estas personas…
Pienso que a nivel provincial y regional también se podría hacer esto. A nivel nacional también… Dirán, entonces, esto es imposible, existirían miles de pasteleros, miles de poetas, miles de empresarios, miles de ceramistas, miles de tejedores, miles de médicos, miles de… Cierto es que existen cientos o miles de oficios y profesiones… Cierto es que se podrían reducir, simplificar o abstrae, todos los gastrónomos, todos los artesanos en una sección, etc.
También se podría seleccionar que a nivel local, sea a partir de ochenta años, a nivel provincial y regional a nivel de ochenta y cinco años, a nivel nacional, a partir de noventa años… En fin, para esto ya existen muchos gestores culturales, diplomados con masters por las universidades, que tendrán más criterio que este escribiente.
Pero si sé, que para llegar a esto, se deberían realizar Archivos Documentales, dónde voluntariamente, podrían estar, al menos, en los terrenos de los saberes, por distintas áreas, curriculum y algo del reflejo de sus obras, a nivel local-comarcal, provincial, regional. Que serían la base documental para este fin, y, para otros…
Las generaciones jóvenes deben aprender y aprehender, por imitación, por aprendizaje vicario, por ejemplaridad, como a personas, de ochenta años, su pueblo y comarca, su provincia, su región, su nación le ofrece un homenaje laudatorio. Que valoren que la vida buena es la vida que con sosiego y paz y tranquilidad y eficiencia, siguiendo la moralidad mínima y común, y la legalidad vigente, una persona ha dedicado cincuenta o setenta años a una actividad sea haciendo botijos, sea produciendo vino, sea en un despacho médico, etc. Sea con algún arte o artesanía.
Dirá alguno con razón, que la jubilación legal, impide que en determinados oficios y profesiones, se le otorguen a personas con ochenta años, que ya habrán dejado su oficio o profesión, salvo si se es poeta, que se pueden rellenar hojas hasta la misma mañana, y, por la tarde irte al Viaje Último. Bueno, entonces, se le ofrecería el galardón de forma retroactiva/retrospectiva, por toda la actividad de vinatero o fontanero o médico o empresario o profesor, durante treinta o cuarenta o cincuenta años hasta su jubilación oficial…
Existen muchas mentes-espíritus-conciencias, que quieren cambiar el mundo, pero con grandes medidas y leyes y estructuras. Se ponen en un papel, y, con/en tres folios te modifican teóricamente la sociedad/cultura/Estado, diciendo/levantando la antorcha del/para el progreso/justicia/equidad/solidaridad. No critico esos alardes de imaginación y creatividad e inteligencia. Pero yo, personalmente, me gustan los cambios pequeños, como diría Francisco de Sales, las virtudes pequeñas, la sonrisa como hábito, el decir adiós, la suavidad en las palabras, etc. pequeños cambios que no traen demasiado trastornos a nadie, no emergen grandes polémicas o contradicciones… Por ejemplo, en este caso, quién se va a oponer que a algún abuelo del pueblo, que pasa los días y mañanas en la plaza del pueblo le otorguen un homenaje por vinatero de ochenta años… ¿O, no, o sí…?
Me gusta, desearía, si de verdad, queremos que la Mancha levante un poco más cabeza, que aprendamos unos de otros, pequeñas soluciones, muchas pequeñas soluciones, buenas y eficientes y legales, que al cabo de unos años, pueden ir cambiando el rostro de ella, hacia mejor.